sábado, 12 de diciembre de 2020

§ 2.162. Piel de serpiente (Sidney Lumet, 1960)

    Marino Brando desde el minuto primero. Piel de serpiente es un vagabundo, un fuera de todo que sólo le preocupa su guitarra y su chaqueta de piel de serpiente. 
    Abandona un pueblo en el que ha tenido alguna bronca -no se especifica cuál- y el juez le deja ir a condición de que no vuelva más a él. Treinta años cumple ese día, pero se siente viejo porque lleva desde los quince rodando... Llega a otro pueblo y se aloja casualmente en la casa del shérif, cuya mujer le ofrece trabajo en una tienda de comestibles, pues su dueño ha tenido un percance de salud. La galería de personajes del pueblo es peculiar, entre ellos un brujo loco, una mujer joven desequilibrada y alcohólica (Joanne Woodward) que se empeña en decir que conoce a piel de serpiente, un par de señoras mayores solteronas y la mujer del dueño (Anna Magnani), de mediana edad un tanto hastiada por la vida que lleva.
    Drama social -drama sureño- escrito por Tennessee Williams, en la doble condición de escritor de la novela y guionista. Son decenas las películas basadas en sus obras, algunas famosísimas.
    Tiene algo director al mentón, pero no con fuerza, no con la violencia emocional de otras obras suyas: Un tranvía llamado deseo, De repente del último verano, La rosa tatuada, La gata sobre un tejado de zinc, Dulce pájaro de juventud, o La noche de la iguana.
 La suavidad al ritmo que impone el director a las conversaciones entre la señora de la tienda y Piel de Serpiente son de una intensidad voluptuosa, con una sexualidad a flor de piel. El trabajo de él como vendedor de zapatos a niñas en la edad del pavo también tiene su aquel. Me ha gustado mucho el uso de las sombras en las conversaciones entre los protagonistas, especialmente en las relaciones hombre/mujer, siempre al borde de lo carnal, de lo sexual, del fuego del cuerpo.
     Los personajes no tienen pasado, no se sabe de dónde vienen o por qué. Tampoco exponen sus proyectos, ilusiones o deseos. Solo tienen en consideración el hoy, el presente, la realidad.
    Me ha gustado mucho, los ritmos, los tempos, la profundidad de los diálogos y sus dobles sentidos. La rudeza de las relaciones, la bestialidad de sus crudos planteamientos es el sello de calidad de Tennessee. Personajes desgarrados, simples pero con una sensibilidad locuaz y a la vez oculta. 

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