miércoles, 2 de diciembre de 2020

§ 2.145. Un espíritu burlón (David Lean, 1945)

    Una de las primeras de David Lean, todo un poderoso del cine, un clásico actual, un gran artesano de superproducciones. 
Conocido por sus grandes obras a Cinemascope, tres en particular: El puente sobre el río Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965).
    Un tema a medio camino entre la comedia sarcástica y la ironía británica. Una médium realiza una sesión de espiritismo en casa de un matrimonio cuyos cónyuges ya estuvieron casados con anterioridad en el pasado. La pareja y el matrimonio que ha sido invitado a participar en el invento contactan con la primera mujer del marido, fallecida hace cinco años. Pero la mujer muerta decide quedarse a vivir en casa del matrimonio, provocando una tensión entre ella y la mujer actual. La canción catalizadora de la presencia de la mujer es la canción "siempre" que pone constantemente la médium para facilitar el viaje del espectro a la realidad actual. Elvira, su mujer, se ha presentado y no pretende irse con facilidad. Es precioso cómo está dibujada de color verde oscuro, translúcido, del mismo color que el vestido de su actual mujer pero difuminada, para que no haya confusión entre su mujer actual y la fallecida.
    Comedia británica de las consideradas 'inteligentes', diálogos muy elaborados, guión muy trabajado y actuaciones muy meticulosas. Los actores son Rex Harrison, espléndido en su papel, como siempre. Un actor de método absolutamente magnífico. Uno de los grandes de verdad.
    Constance Cummings es su mujer actual. Kay Hammond es Elvira. Margaret Rutherford es la médium que ha realizado la sesión de espiritismo.
  Es la representación de una obra de teatro, del dramaturgo británico Noël Coward, estrenada en 1941 y representada decenas de veces, también en España. Una obra muy representada, propicia a equívocos y malas interpretaciones. Divertida y sardónica, humorística e inteligente. Desde luego una gran obra, propicia para ser llevada al cine. 
    Buena película, aunque no me imaginaba que pudiera ser de Lean, no le imaginaba con un humor tan fino, tan delicado. Quiero decir que la visión que se tiene de David Lean es de un señor serio, acostumbrado a grandes producciones, escenarios grandilocuentes, muchos extras, (comedidos) efectos especiales y música de cámara. Nada de eso hay aquí. Es una comedio pequeña, irónica y con peculiar sentido del humor. Además, nada tiene que ver con lo que hizo después: Amigos apasionados (1949), y Madeleine (1950), dos películas absolutamente magníficas, cada una en su papel, aunque ambas parecidas.
    Es un director que me gusta, y mucho. Tiene esa genialidad de los grandes cineastas. Todas sus películas me gustan. Todas tienen algo. Tengo que terminar con Lean, me quedan pocas para ver todas las suyas.

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