jueves, 5 de noviembre de 2020

§ 2.085. La hija de Ryan (David Lean, 1970)


    Una película mítica de un director acostumbrado a grandes superproducciones. Con un reparto estelar: Sarah Miles y Robert Mitchum principalmente, con Trevor Howard como párroco y Christopher Jones como el capitán francés de la que se enamora la irlandesa enamoradiza, y Leo McKern como el padre de la chica. También Barry Foster como el capitan del Ira que llega al pueblo. Y, por último, John Mills que ganó el premio Oscar de la academia de Hollywood en esa edición.
    Rodada en Irlanda y con una música de Maurice Jarre muy comercial es una película bella, cuidada, sencilla, sincera, con pocas pretensiones de grandilocuencia pero con el fomato de una gran producción cinematográfica: "apertura", "intermezo", música en una sala, panorámica con una imágenes de playa, verde y montaña absolutamente magníficas.
    El director, Davir Lean es uno de eos mounstros del cine, sin fisuras, que probablemente hizo ganar muchísimo dinero a la industria y que supo mantener la calidad en la elaboración de su material aun a costa de editarlo bajo el auspicio de un gran estudio. Siempre he creido que la década prodigiosa de Lean se había acabado en 1965, después de rodar, montar y estrenar en apenas ocho años tres obras absolutamente maestras del cine de todos los tiempos: El puente sobre el rio Kwai (1957), Lawrence de Arabia (1962) y Doctor Zhivago (1965). Supongo que la pretensión de continuar con el éxito del formato le empujó a realizar esta obra, también monumental y de formato king sice...
   Irlanda 1916. Costumbrismo y tradición, amor normalizado y ordinario. Cabos ingleses conchabados con policías británicos, hostilidad a las fuerzas de invasión y maltrato a un discapacitado que ha pescado una langosta en el mar. La tensión política entre ingleses e irlandeses es constante y las referencias del tabernero a la posibilidad de combatir a favor de alemania frente a inglaterra en la IGM en la que se desarrolla la historia concede credibilidad a la historia.
    El enamoramiento de la chica es enamoramiento por enamoramiento, el amor por el amor. Se cree enamorada de un maestro de escuela algo mayor y viudo que ha vuelto al pueblo después de pasar un tiempo (indeterminado) en Dublín. Pero la aparición de un militar francés herido en batalla en el pueblo hace que se replantee su vida y su estatus. Su matrimonio no ha satisfecho sus aspiraciones vitales y ahora parece que ese nuevo fulgor le permite abordar nuevas perspectivas, generando nuevas ilusiones, nuevos horizontes, recuperando lo que siempre pretendió: estar enamorada del amor. Es evidente que su marido no la satisface, no colma sus pretensiones vitales, sus necesidades afectivas. Son dos mundos muy diferentes, que chocan por su mera presencia en la misma habitación. Una crónica de desamor pudiera marcar la tónica de la historia.
   Tiene algo clásico e intemporal, muy al estilo de Gertrud de Dreyer, y, por supuesto, de Ana Karenina de León Tolstoy, paradigmas del amor por el amor, de la búsqueda de una pasión en sí misma insatisfactoria.

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