miércoles, 18 de noviembre de 2020

§ 2.111. Pozos de ambición (Paul Thomas Anderson, 2007)

   Película de mucha fama, de gran influencia, de un director muy renombrado. De él sólo he visto Magnolia (1999) que no me pareció una gran película, también muy famosa.
   Tiene algo de epopeya, de magnificencia, de historia familiar, de saga de aventureros, en un discurso lineal, no como en Magnólia que era fragmentado, disperso.
       De este director no he visto nada mas que Magnolia, que como digo no me gustó demasiado. No tiene muchas películas, aunque también se dedica a otras cosas audiovisuales.
       Me encanta la voz que dobla a Daniel Day-Lewis, profunda, serena, impactante. Ya no sabría ver a este actor con otra voz.
       La lucha del propietario contra el chico que quiere construir una iglesia no va a acabar bien. No se comprende cuál puede ser el motivo por el que no le concede el deseo de hacer una bendición del pozo. Es evidente que la búsqueda de protagonismo del religioso quiere ser limada por el  petrolero, seguramente para ser él el único factotum de toda la instalación, pero tampoco se avizora qué perjuicio podría provocarle su intervención. Más tarde se descubre su fanatismo religioso, y la necesidad que muestra el muchacho por los aspectos más espectaculares de su ministerio, que va más allá de ser un sacerdote al uso, pretende ser un líder social que organiza espectáculos más que misas o eventos religiosos.
    El accidente de su hijo y el incendio de la torre de perforación es otro momento significativo de la película, marca un punto y aparte de la historia. Hasta ahora se dudaba sobre las intenciones del petrolero: remodernizar la vida del poblado, crear escuelas, iglesias, etc. Mejorar, en definitiva, la vida de la gente cuyas tierras había comprado. Desde ese momento no hay duda de cuáles son sus pretensiones.
      El niño queda sordo tras el accidente, y aunque el padre cuida de él hay algo que ha cambiado para siempre en la relación del petrolero con el mundo y con su hijo. Nada volverá a ser como antes, nada. El enfrentamiento con el sacerdote para decirle que no le va a dar el dinero comprometido porque no le ha ayudado a sanar el oido de su hijo es el fiel de la balanza sobre la que se sustenta la película, al dividirla claramente en sus dos mitades. Reconoce a su hermanastro que aparece que odia a todo el mundo, que no le gusta el éxito de los demás, que quiere ganar suficiente dinero como para aislarse del mundo y no necesitar a nadie, porque "ha ido acumulando odios con los años paulatinamente".
        No le gusta hablar de su familia, no le gusta hablar de su hijo, no le gusta hablar de lo que le ha hecho a su hijo: mandarle fuera de los campos... Son relaciones familiares complicadas.
        El enloquecimiento que sufre cuando la Standar Oil pretende comprarle sus tierras o su producción de petróleo no se explica desde la lógica empresarial o familiar. La pretensión de rodear unas tierras que no le fueron vendidas para hacer pasar el oleoducto es radicalmente enloquecida. Tampoco se entiende cuál es el desencadenante de dicha locura. Ha conseguido el éxito, aun a costa, claro, de dejar por el camino algunas cosas. Qué su hijo esté en la ciudad atendido en un colegio que le enseña a conducirse en la vida con su sordera tampoco es la peor condena que podría tener. Entre dentro del juego. Ahora que estoy convaleciente de mi (segunda) operación de desprendimiento de retina puedo corroboarlo.
    En algunos momentos es áspera y dura, no concede sentimentalismos algunos. Seguramente la vida humana de aquella época tenía poco valor.
    Los actores son: Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Kevin J. O'Connor, Ciarán Hinds, Russell Harvard, Dillon Freasier, Sydney McCallister, David Willis, David Warshofsky, Colton Woodward, Colleen Foy.
      No me parece, sinceramente, una cinta tan brillante como la fama que tiene. Es interesante, sin duda, pero no es una magnífica película. Tiene fama y el director está endiosado en el altar de la modernidad, pero las dos cintas que he visto suyas no me parecen tan brillantes. Es un buen director, saca adelantes sus proyectos, tiene éxito de público y crítica, pero no me parece un mito viviente, un exégeta de la modernidad, un augur del nuevo cine. Hay algo en sus películas que no me agrada, que no lo veo, que no funciona para mi.

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