martes, 24 de noviembre de 2020

§ 2.130. Scorpio (Michael Winner, 1973)

   Tengo esta película gravada en VHS. La vi hace mucho años, más de veinte con toda seguridad. No me acuerdo de nada de ella. Es como si la viera por primera vez, pero estoy terminando ya el proyecto de sustituir las películas que tengo gravada en VHS por DVD originales. Eran películas que gravaba en casa de mis padres, cuando compraba decenas de cintas para gravar una cada noche. Era antes de inaugurar la casa en la que actualmente vivo, que está al lado de aquella. Seguimos viviendo juntos, al lado pero juntas.
   Y me van quedando pocas, la verdad, no más de 15 ó 20. Quizá este año no, pero al siguiente seguro que acabo con esto. Es probable que luego sustituya los VHS originales que tengo por DVD, poco a poco, la verdad.
   Añoro mucho cuando iba al comercio de la esquina, a aquel chico para comprar el periódico los sábados y compraba esas películas en VHS que vendían con ElMundo. Fueron unos años preciosos.
   De esta película no me acordaba. Pero sí recuerdo que era intensa, muy intensa, con dos muy buenos actores: Burt Lancaster, y Alain Delon.
    El primero es un agente del que la CIA sospecha que se ha pasado al enemigo. El segundo es un asesino a sueldo contratado por la propia agencia para asesinarle. Es una especie de ajuste de cuentas entre el maestro y el alumno, entre la forma clásica y de toda la vida de acometer el espionaje y sus intrigas y los modernos, los nuevos, los que acaban de llegar, que evidentemente son más fuertes, pero no queda claro que sean más listos. Llama la atención, y es obviamente un efecto provocado por el director, que no sabemos las razones o motivos por los que la CIA quiere eliminarlo, aunque sí es cierto que quiere cambiar de lado, o al menos eso parece.
   Las escenas por Viena son magníficas, las calles mojadas, la luz de las farolas de las calles, no sé incluso si no son por las mismas calles que "El tercer hombre", de Carol Reed. Se recupera así la idea de que Viena era el centro del mundo de los espías.
    Insisto en mi idea de que las películas de este tipo si no son especialmente buenas, como es esta, no deberían dudar más de 90 minutos. Se salen de metraje, se repiten las ideas y todo se convierte en una especia de parodia de sí misma, una reiteración argumental y estética que no va a ninguna parte.
    El director está especializado en películas de acción, de los años setenta y ochenta, recordado por darle una nueva vida a Charles Bronson, siempre de justiciero de la noche y de la verdad.

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