jueves, 22 de mayo de 2025

§ 3.846. La hora radiante (Frank Borzage, 1938)

 
Un drama muy típico de la época, en torno al amor y sus consecuencias. Como casi todas las comedias dramáticas de la época. 
Enamoradiza mujer que juega con sus propias contradicciones para sobrevivir de sí misma y sus sueños e ideas.
Triángulo amoroso a su pesar.
Un reparto magnífico. Joan Crawford, tan guapa como siempre. No era una mujer espectacular, no del estilo de las supernovas americanas e italianas de unos años más adelante, pero tenía su gracia, su garbo, su porte y su tesón. Sonriente, sincera y pérfida a la vez. Podía ser buena y, a la vez, ser mala, un minuto después de haber sido buena. Una cara peculiar, un cuerpo gracioso y seguramente un talento descomunal que exprimió hasta la extenuación. Era guapa a su manera, nadie era guapa como ella. 
Un buen joven Robert Young con esa cara entre niño y adulto, también peculiar y propia. 
Margaret Sullavan es otra de las actrices de siempre, no en el estrellato de Joan, pero con su forma peculiar de ver las cosas. Me gusta. Siempre me ha gustado.
El que está siempre imperial es  Melvyn Douglas, qué cosa, qué grande. Es su presencia, es su forma de ser, su manera removerse, como si verdaderamente fuera el millonario aburrido d los papeles que representa. 

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