
Un Wester muy famoso, de uno de mis directores fetiche, que todavía no había visto.
La ciudad de oeste ideal se ve corrompida por las rencillas, las insidias y los malos entendidos de la vida diaria. Un planteamiento de la vida diaria alejado de la testosterona que usualmente se destila en películas de este género.
Tierna y emotiva, pero también dura y seca. Como si se tratase de dos planos: la cotidianidad y el ideal; lo que es y lo que queremos que sea. El doctor y el pastor. Uno y otro. Enfrentados pero necesitados el uno del otro. También puede verse como una lucha soterrada entre ciencia y religión, entre la fe y creencia, y la constancia y lo que es.
Un Western diferente, distinto, nada violento, ni bronco, ni salvaje.
Es entretenido, y tiene pretensiones, pero decae un tanto hacia la media hora. Cierto que para retomar con masa fuerza más tarde, pero tiene valles de intensidad y de atención.
En todo caso, es una obra notable.
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