No creo que hay más películas de su director editadas que las cuatro que tengo.
Un drama familiar en toda regla, con toda la estética y ceremonial japoneses. Un enfrentamiento entre concubinas cuyo desenlace se resuelve como se resuelven estos desenlaces entre espadachines japoneses.
Perfectamente rodada, con unos planos medios y un blanco y negro precioso, unos encuadres simétricos y un zoom que potencia significante la expresividad de las caras.
Es de una elegancia estética inconmensurable. Dulce y delicada cuando lo requiere, pero con una ventolera rayando en huracán cuando las tornas cambian y la violencia es la única solución a los problemas.
La trama está a la altura de cualquier drama convencional europeo.
Emocionalidad a flor de piel, vestiduras rasgadas, amores no comprendidos, y una fuerza de la naturaleza desbocada y salvaje capaz de cualquier cosa por ver el amor de su hijo y de su nuera. Una verdadera oda al amor en tiempos de convencionalismos máximos.
Una verdadera obra de arte.
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