Pues, pues, pues... una película de lo más interesante.
Una película de un solo actor: José María Seoane.
Evidentemente, es difícil de ver, de apreciar. Y los 72 minutos no se hacen cortos. A veces, incluso, se hace larga.
Primera película de De Ossorio.
Es la historia de la conciencia de un hombre que o ha cometido un crimen o lo ha presenciado y alcoholizado una noche rememora él sólo, en un soliloquio algo desquiciado, qué ocurrió, cómo pasaron las cosas, y por qué alguien ha sido condenado a morir, al parecer su hijo.
Pero lo hace hablando él sólo, con un perro, por la calle, etc. Difícil de ver, parece una obra de teatro.
Evidentemente, es un alegato contra la pena de muerte, en una época en que sí existía, aunque de hecho no era usual su utilización. No sé cómo lidió con la censura esta película, quizá
Pero también puede leerse entre líneas una crítica al oscurantismo del régimen, que estaba en su apogeo más duro: ya asentado y dominando todos los resquicios del poder, la propaganda, la justicia, los medios de comunicación y, por supuesto, el cine como entretenimiento de masas.
La copia no se ve del todo bien. Supongo que ha hay restauración alguna, y que se aprecia en su única versión.
No tengo datos, pero creo que tiene que ser una de esas películas que forman parte de la leyenda negra del cine patrio, un malditismo que comparten otras obras, generalmente mayores que ésta, que no deja de ser una especie de ensayo fílmico, un experimento de algo más del mediometraje.
Aunque quizá sea algo desproporcionado afirmarlo, pero creo que algunos elementos del cine de Ossorio están presentes: lo telúrico, la oscuridad, las dobles vidas, los crímenes, lo morboso, etc.
Desde luego es un película muy valiente y abiertamente experimental.
Me ha gustado, y me parece más creativa que otras obras suyas posteriores, aunque siempre tendrá el mérito de la cuatrilogía de los templarios que reviven de la muerte.
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