jueves, 3 de abril de 2025

§ 3.744. Los Nibelungos II: la venganza de Krimilda (Fritz Lang, 1924)

Pues me parece una continuación bárbara. Comencé las dos películas un poco escéptico. Naturalmente, tienen que entrar en ellas, hacer por verlas, prestar mucha atención y concentrarte en que no se te vayan las ideas centrales, los personajes, etc. Pero una vez que sigues la trama el disfrute visual es verdaderamente interesante.
Lo que más me ha llamado la atención, como cuando lees La Odisea o La Iliada, o otros clásico griegos del teatro, esquí las pasiones humanas que gobiernan el mundo no son muy distintas ahora que antes. Celos, amor, sexo, venganza, poder, dinero, envidia, traición... son las pasiones que mueven el mundo. Antes y ahora.
La potencia visual es, verdaderamente, inusitada.  Un estudio de los personajes a través exclusivamente de la imagen es jugar con elementos limitados. Porque partimos de la idea de cine actual, en donde la voz es un elemento trascendente para la conformación del personaje.
Más carga de misticismo tenía la primera parte, esta segunda parece más pueril, menos mítica, más dedicada a pasiones humanas más cercanas, menos trascendentes. 
En la primera, el eje fundamental era la admiración a lo mítico, a lo irreal. En esta segunda, lo que mueve la pasión es la venganza, una emoción más bastarda, menos elevada, menos trascendente. 
La venganza desde la pasión amorosa y sexual. La bellísima Brunilda es capaz de casarse con el Rey Atila para vengar la muestre de su marido Sigfrido a manos de su hermano Gunter. Todo un folletín.
Esta segunda parte es algo menos agradecida. Lo mítico, que es lo bonito de la historia, pasa a un segundo plano para dar protagonismo a lo real, a lo cierto. Un cambio de perspectiva difícilmente inapreciable. Me gustaba más el dragón, el enamoramiento del héroe que la venganza y la sangre.

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