Me gusta Ferrara. Tiene una manera de abordar la realidad diferente, particular, un poco sórdida y siempre destacando los aspectos más bizarros, pero peculiar. Ésta es una película para la televisión. Pero no se nota, yo al menos no lo noto. Es cierto que hay aspecto menos cuidados: los escenarios, los espacios abiertos, la transición entre planos.
Es una historia de las suyas. De venganzas bizarras, de resentimientos urbanos, de planos y composiciones singulares, urbanistas de extraradio, de marginales que elevan su moralidad a estándares de comportamiento social.
Me llama la atención que el chico juega al fútbol. Un deporte todavía no mayoritario en EE.UU. en el año en que se editó la película.
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