Curiosa cinta. La rodó Rosenberg, pero no quedó muy convencido de ella y no quiso figurar en los créditos de la misma, por lo que se atribuyó a Alan Smithee, que es el seudónimo empleado por el sindicatos de directores que se emplea para cuando los directores tienen diferencia con la producción y no quieren figurar en los créditos de la cinta. Se ha utilizado, al parecer, varias veces por varios directores y se dejó de utilizar en el año 2000 porque no se empleaba.
El guión es, al parecer, de Samuel Fuller, uno de mis directores favoritos. Aunque es algo inverosímil, más dedicado a la testiculina juvenil que a otra cosa. Mala de solemnidad. No me extraña que el Director no quisiese figurar en los créditos. Y no parece tener mal reparto, aunque es engañoso, muy engañoso.
Aparecen, porque es eso lo que hacen, aparecer: Ben Johnson, Mark Harmon, Gary Busey y Robert Duvall, actores interesantes y consagrados, especialmente del último. Pero, en realidad, su intervención es limitadísima, porque el peso lo llevan otros actores, mucho menos interesantes: Michael Schoeffling, Thomas F. Wilson, y Rick Rossovich, que hacen de amigos de un secuestrado en Centroamérica por la guerrilla y pretenden rescatarlos por su cuenta porque la administración americana no hace nada al respecto.
Mensaje reaccionario, muy cercano a las tesis más duras del irracionalismo político de la derecha casposa.
La película es mala. No es vomitiva, pero es mala. No reconozco al director por ninguna parte. Y lo de Fuller, me me quedado de piedra. También, aunque menos, lo de Robert Duval. ¿Qué pinta Duval en este bodrio?
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