
Una de las películas típicas de la transición. Metraje civilizado, asuntos tórridos, sordidez estructural, un guión más o menos estructurado, y un resultado previsible. Policías privados, asuntos semipúblicos.
No sé si un detective española al estilo de los americanos funciona bien en la taquilla. Le falta el gancho de la oportunidad, del estilo y el glamour, de los sofisticado. Tanto la forma como el fondo parecen conocidos, como sabiendo de qué van. Es algo singular, como sabes de qué va no te impresionan tanto, no te agrada, lo ves como de estar en casa. Todos los trucos, poses, ramalazos, estructuras y mecanismos que funcionan en una policíaca americana naufragan cuando son trasladados al estilo español. Los únicos que sí parecen haber conseguido una voz propia en este tipo de cintas son los franceses, con su "Polar", un estilo muy determinado, peculiar y característicos.
En España el único que ha dado con la tecla, más allá de Julio Coll, Nieves Conde, Barden, y los clásicos de mediados de los años 50 y 60 es José Luis Garci.
El siempre eficaz Simón Andreu, acompañado por Ángela Molina, Manuel de Blas y Sandra Mozarowsky hacen un buen cuadro.
La película está bien planteada, pero a medida que avanza va consumiendo clichés y lugares comunes hasta hacerla más mediocre de lo que auguraba. Parecía tener un cierto sentido, pero no lo consigue plenamente.
Es corta y se deja ver, pero no tiene fondo ni especial conclusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario