lunes, 31 de marzo de 2025

§ 2.733. Iván el Terrible. Parte I (Sergei M. Eisenstein, 1944)


Última obra grande de Sergei M. Esenstein, un director imprescindible en la historia del cine, especialmente por su forma de montar las películas, que ha influido muchísimo en otros directores.
Estoy viéndolas todas las suyas por orden de realización. Con la salvedad de "¡ Viva México !", que se terminó de montar en 1979 por un colaborador, aunque se rodó en 1932.
La que menos me ha gustado es "Lo nuevo y lo viejo", que no deja de ser un afán de socializar la colectividad.
Llena de simbolismo, misteriosos plano en sombras, refleja la toma del poder por parte de Ivan el Terrible, el primer Zar (o Tsar, como se dice en ruso) que unión a la sagrada tierra rusa tanto en su interior como contra su enemigo exterior.
El comienzo es prodigioso. El ritual de coronación entrona al Zar de una capacidad mística y religiosa como si fuese un santo más de la cristiandad. Eso explica muchas cosas. Seguro que a Putin le gusta esa visualización. 
El directo se asegura que la imagen del Zar sea muy similar a la de Jesucristo. Delgado, barba fina, rostro estilizado, ojos grandes y mirada profunda y concreta. Me recuerda al Jesús de El evangelio según San Mateo de Pasolini. 
También es muy visual las escenas del asedio a Kazán, la preparación militar casi como un oficio religioso más. 
La fortaleza de los dioses se basa en el reconocimiento de los demás, en la capacidad de éstos de conceder a aquellos más de los que son, de lo que dan o de lo que pueden dar. 
Seguramente es fiel a los acontecimientos históricos y los muestra tal y cómo fueron.

§ 3.732. Alexander Nevsky (Sergei M. Eisenstein, 1938)

Esta es una película bastante convencional. Ya no hay un protagonista indefinido, la masa o el pueblo, sino un héroe real, cinematográfico, reconocible a través del metraje, que evoluciona, siente y padece. 
Campos abiertos, y tomas medias sustituyen a esa infinita sucesión de planos a ritmo vertiginoso que caracterizaba sus primeras películas. Si mantiene, a veces, escenas con muchísimos extras, decenas de personas en el mismo plano.
Tremendísima fuerza visual, potencia en blanco y negro. Ésta sí me parece una película genial. Las otras también, pero en diferente grado.
Por momentos parece que estas viendo una cinta de Orson Welles. A mi juicio es mucho mejor película que cualquier de las suyas que he visto. El acorazado tiene un montaje brillantísimo, que seguramente influyó muchísimo en posteriores directores, un lenguaje visual espectacular, una novedad en su tiempo. Pero que sea una cinta que influyó mucho no significa que me agrade. El Ulises influyó en la dinámica narrativa durante décadas, o El busca del tiempo perdido, y, sin embargo, no he sido capaz de acabarlas. ¿Influyentes e importantes? Por supuesto. ¿Qué me hayan gustado? No, en absoluto.
Pues lo mismo con esta serie que estoy haciendo de Eisenstein. El acorazado Potemkin o Octubre son más influyentes que ésta que estoy viendo. Y, sin embargo, me gusta ésta mucho más.
El mito de la Sagrada tierra Rusa.

§ 3.731. ¡ Qué viva México ! (Sergei M. Eisenstein, y Grigori Aleksandrov, 1932)

 
Ensayo fílmica, más que película. Un prólogo, un epílogo y varios capítulos que pretenden representar aspectos característicos de la cultura y de la vida de los mexicanos a finales de los años veinte y principios de los treinta.
De lo que he podido entender pues está en versión original subtitulada en inglés, al parecer Sergei M. Eisenstein y su cameraman rodaron decenas de rollos de cinta de la vida cultural mexicana que nunca llegaron a componer del todo en formato película. Hollywood le invitó a rodar una película y acudió, proponiendo rodar una historia sobre México. Se desplazó allí y estuvo viviendo, como narra el otro director de la cinta, Grigori Aleksandrov, unos meses. Conociendo país, etc. Viajando con las personalidades culturales de la época, Diego Rivera entre ellos (que sale en un fotograba, junto con Frida Kahlo (de pie, sin que se hubiera producido todavía el accidente de tráfico que la dejaría malograda).
Tras la cancelación del proyecto por problemas de todo tipo -económicos, pues se disparó el presupuestos, pero también políticos: mexicanos, pues no querían que se expusiese las dificultades sociales, pero también  desde la URSS, pues acusaron a Eisenstein de traidor (y esas cosas tan usuales en esa parte del mundo)- quedaron las cintas en el olvido en el museo de arte contemporáneo en Nueva York. A mediados de los años 70 se le entregaron al codirector que montó la cinta tal y como se la conoce.
Es cierto, al parecer, que los rollos se emplearon para montar hasta seis versiones diferentes de la obra, por varios autores. 
Interesante, pero nada más. Me parece algo tediosa y sus aspectos documentales no me llegan. La veo porque quiero ver toda su obra, sin más.


domingo, 30 de marzo de 2025

§ 3.730. Lo viejo y lo nuevo (Sergei Eisenstein y Grigori Aleksandrov, 1929)

Cine enseñanza. Ésta me ha gustado menos. Mucho menos. No tiene la fuerza de las anteriores, ni la heroicidad de la ideología. Los progresos en la agricultura me interesan más bien poco, y cómo la organización soviética es capaz de suministrar la fuerza organizativa y la capacidad de industrializar el campo menos.
Abunda en las mismas ideas creativas, repite los planos, los extras y su peculiar forma de rodar sin protagonistas.
Interesante, pero no me ha llegado como las otras tres anteriores, verdaderamente brillantes, a diferencia de ésta, que es más repetitiva y apabullante. Además, son dos horas, mucho metraje para lo que quiere contar.

§ 3.729. Octubre (Sergei Eisenstein, y Grigori Aleksandrov, 1927)

De las tres que he visto de manera consecuiva del director soviético, ésta es la que más me ha gustado. Su manera de narrar es menos esquemática, más lineal. Dedicada a narrar los episodios y circunstancias de la revolución de octubre, en realidad auténtica guerra civil por la toma del poder, se hizo como conmemoración a los diez años de aquellos hechos. Evidentemente,  tiene un tono propagandístico y elegíaco, pero es de una belleza singular.
Es capaz de conmover, de proyectar energía, de ser fiel a la parte del relato que al director le interesa y todo ello siendo fiel a un estilo narrativo que se caracteriza, a mi modesto modo de ver por tres variables. En primer lugar, la sucesión de planos a un ritmo vertiginoso. Supongo que en el montaje tuvo que hacer encaje de bolillos, porque verdaderamente hace cientos en cada minutos. Literalmente. Son planos que alternan la cercanía intensiva, a veces tan cerca que sólo eres capaz de ver el rostro del protagonista, que ocupa toda la pantalla, con planos sumamente abiertos que recorren la monumentalidad del escenario natural en el que se rueda. En segundo lugar, por el empleo de extras de una manera desmesurada. Hay planos en donde fácilmente puede haber 300 personas. En una plaza, bajando una escalera, etc. Y, en tercer lugar, por el tono realista que imprime a todo lo que hace. No sólo en relación al fondo de la cuestión, que es evidente, sino en el planteamiento estético del asunto. No hay épica forzada (de esa tan americana que a veces conmueve, la épica que sólo se da en el cine, nunca en la realidad) sino dramatismo realista y naturalismo emocional. Las cosas que cuenta provocan consecuencias, sentimientos en las personas, y los pretende mostrar cómo son, sin almíbar o azúcar. Como son, sin más.
Tiene algo de monumental, de grandioso, de extenso, de dedicado a lo inmenso. Combina a la perfección esa grandiosidad en el decorado con la atención a la caras de manera minimalista. Esa es su aportación, una de ellas, al cine, desde mi humildísimo punto de vista.
De las tres que he visto, ésta me parece la obra más madura. 


sábado, 29 de marzo de 2025

§ 3.728. El acorazado Potemkin (Sergei Eisenstein, 1925)

Celebérrima cinta que vi hace no menos de treinta años y que ni me gustó ni entendí en toda su dimensión moral y estética.
Muy visual y atrevida: planos, extras, planteamiento que parecen imposibles hace cien años, pero que, seguramente, siguen influyendo a artistas, aficionados y estetas del cine y del arte. 
En énfasis de las imágenes, la arquitectura invisible de la secuencia de planos refleja el poder y su abuso. Por encima de otra cosa. 
En "La huelga" eran los empresarios, en ésta los militares. 
Los oficiales son feos, barbados, con bigote, mal afeitados. Y, sin embargo, los marineros, que representan la virtud y la camaradería, se representan de blanco, con caras nobles, crispadas por el miedo, pero con dignidad. 
Es magnífica, con una bando sonora brillantísima.  Emociona, y por momentos expandes tu propia mirada hacia un horizonte revolucionario que todo el mundo ha experimentado, especialmente cuando eres joven. Un motín muy bien narrado. Las causas, el desarrollo, el desenlace. Un relato universal.
Me ha gustado mucho.

§ 3.727. La huelga (Sergei Eisenstein, 1925)

 
Cine ideológico, como instrumento de acción política y social. El cine sirve, para el Director, para algo más que para narrar historias. 
Siempre he huido de esos planteamientos, pero no soy iluso. Sé que el cine sirve para más cosas que para entretener. 
Estereotipos aparte, que es mucho decir en esta película, en las de este tipo, la calidad visual las soluciones narrativas que plante son inmensas. De una modernidad absoluta. Hasta cierto punto puede considerarse, en los aspectos fabriles, como un anticipo de Metrópolis (Fritz Lang, 1927), en el funcionamiento de la maquinaria de la empresa, etc.
La restauración de la cinta es una maravilla. Se ve con una claridad meridiana. No es fácil de ver. Qu los substituíos sean en inglés me ha dificultado un tanto su visitando. Pero me ha gustado mucho. Algunos matices de la traducción se pierden del original al subtítulo, y de éste al inglés, y de mi comprensión de éste a mi cerebro. Pero me apaño.
Los primeros planos de las caras me ha recordado a Fuller, pero aquí tienen aspectos más dramatizados, menos naturalistas, más artificiales. Más propios del momento y lugar. Sin más. 
La música me ha parecido brillante, acompañando perfectamente a la acción. 
Un suicidio en tiempo y lugar de trabajo como desencadenante de la huelga. Se acusaba al trabajador de ser un ladrón y prefirió suicidarse antes de vivir con el estigma y la mancha. Nota para un estudio del suicidio como accidente de trabajo.

§ 3.777. Nunca es demasiado tarde (Julio Coll Claramunt, 1956)

Otra policíaca de Coll. Cine negro patrio de calidad. Metraje muy contenido, personajes muy definidos, influencia claramente de las novelas ...