martes, 27 de octubre de 2020

§ 2.057. Medalla al valor (Sidney J Furie, 1984)

   Directo del que he visto tres películas, las tres bastante mediocres: Ipcress (1965), Los chicos de la compañía C (1978) y Los cuatro jinetes del Apocalipsis (2008), las dos últimas de guerra, la primera de espías.
   Amor en los tiempos de la guerra del Vietnam. Un médico soldado lucha para sobrevivir a sus demonios interiores en la guerra y, sobre todo, a la burocracia que le impide desarrollar correctamente su labor. Se enamora de una enfermera y pretende volver a la vida civil. Ken Wahl (Distrito apache: El Bronx, Daniel Petrie [1981], y Los Doce del Patíbulo: La próxima misión, de Andrew V. McLaglen [1985]) es el médico, y Cheryl Ladd la enfermera. Al actor le conozco muy poco, la actriz es una de las protagonistas de Los Ángeles de Charlie.
   La cinta no es especialmente brillante. Se puede ver, pero no más de una vez. Está bien ambientada y tiene todo el atrezo necesario para ubicarla en el tiempo correctamente. Además era la época en que todo Vietnam se consumía con profusión, una época en la que todo buen director tenía su propia visión sobre el conflicto bélico. Era como un canon que tenían que pagar para tener su independencia y su capacidad creativa.
   Es innegable que esta cinta se enmarca en la tradición creada por M.A.S.H. (Robert Altman, 1970), que tuvo una serie famosísima de 1972. 
  Para pasar el rato y el tiempo, ahora confinado con la convalecencia. Este tipo de películas tienen además un defecto: duran demasiado. Para contar lo que tiene que decir no hace falta hacerlo tan largo. 116 minutos es una exageración para contar lo que tiene que decir.

§ 2.056. La novia era él (Howard Hawks, 1949)

Una comedia ambientada en la postguerra, con un Cary Grant imponente y una Ann Sheridan absolutamente extraordinaria.

No es razonable que Grant no tuviera on Oscar. Es demencial, sobre todo porque la cantidad de películas extraordinarias en las que ha participado es superlativo.

Una misión común entre un oficial francés y una oficial americana por tres días es la excusa para continuar con una breve relación que había ocasionado algunos 'inconvenientes', típicas situaciones de comedia amorosa.

lunes, 26 de octubre de 2020

§ 2.055. Una fiesta sin fin (Harry Horner, 1956)

   Una película como otras cualquiera. Un exjugador de futbol americano venido a menos tiene problemas de dinero. Una vida arruinada por sus fiestas y su forma de vivir. Anthony Quinn como estrella rutilante y centro de atención de toda la cinta. 
   Unos personajes marginales que no son capaces de ordenar su vida, siempre pendientes de dinero y de la necesidad de buscarlo. No pretende ser un retrato de una forma de vivir, sino un análisis del comportamiento humano ante la situación de estres que genera el secuestro de un militar y su novia. La pretensión de pedir un secuestro no sale como esperaban. Cada personaje se comporta de manera diferente. Ese es el propósito de la obra
   Gran banda sonora de jazz en toda la película. La música es de Buddy Bregman, músico para mi desconocido pero que fue un gran productor de discos de jazz, desde Ben Webster hasta Anita O`Day, pasando por Bing Crosby.
    El director es Harry Horner, austríaco de origen judío emigrado a EE.UU. en la década de los treinta. Al parecer fue el escenógrafo galardonado con dos Oscar: La heredera y El buscavidas en la categoría de "Dirección artística en blanco y negro". La textura del blanco y negro ha quedado muy anticuada, no ha envejecido bien, quizá se nota que se emplearon medio no excesivamente lujosos. Penuria de medios que hacen que ahora la cinta sea irrecuperable para hacer copias de gran calidad.
  Tiene formato de gran obra, podría haber sido rodada por Garfield o por cualquier otro actor típico del cine negro americano.
   No es una gran película, pero sí es entretenida y se deja ver. Tiene algo de obra teatral, tanto por los diálogos como por los escenarios, siempre cerrados, ninguno al aire libre. 
   Es una película propicia para hacer un remake. Pero que sepa no la tiene. Al menos no figura como tal en Filmaffinity.

§ 2.054. Cinco minutos de gloria (Oliver Hirschbiegel, 2009)

   Irlanda, IRA, asesinados por unos chiquillos que pretende ser los guardianes de las esencias en un grupo revolucionario de jóvenes cachorros de la organización criminal terrorista. 
   No es que la película está mal, que no lo está, es que no me agrade demasiado la problemática, algo trillada y manida, sobada a más no poder. 
  Es una cuestión que me interesa muy poco. Además la redención que pretende el personaje no es propia de alguien que ha esperado 30 años para vengarse del asesinato de su hermano.
  Además una reconciliación pública, ante las cámaras de televisión, equiparando víctima y verdugo, asesino y asesinado, personal que causa dolor y persona que sufre es un experimento al que nunca le he encontrado la "gracia". No sé cuál es la utilidad de perdonar a quien te he hecho daño. ¿Cuál es la razón para perdonar?, ¿no es, de alguna manera, equiparar a ambos, como si el verdugo tuviera dolor por lo que ha hecho?
  Siempre me ha parecido una estupidez, algo que no sirve para nada y que de alguna manera blanquea al terrorista. Que un terrorista es, en esencial, un enfermo, no exige de la sociedad que lo trate con benevolencia. Qué lo ingresen en un frenopático...

§ 2.053. Noches peligrosas (Peter Godfrey, 1942)


Un rico heredero de un imperio automovilístico ingresa en la marina americana. Su tío pretende que vida la noche alguna vez, que tenga algún lío, alguna trastada, alguna picardía... ...y en estas en una noche de lío presencia un asesinato y pretenden eliminarle... pero se escapa accidentalmente.

Entretenimiento de sesión doble de un director para mi desconocido, con una 35 películas. De origen británico emigrado a EE.UU., nacido en 1899 y muerto en 1970.
Tiene toda la pinta de ser un hombre de estudio, de encargo y presupuesto, de sujetarse a la idea del productor y no perder el hilo.
Los actores: Richard Carlson que me suena de algunas películas, gran actor y muy prolífico; Jane Randolph (la mujer pantera y su regreso, y La brisa suicida), y Jane Darnell una de las inconfundibles mujeres Ford, que vi el otro día en Caravana de Paz.
No es especialmente buena, pero sirve para pasar estos ratos de obligado confinamiento por la convalecencia del desprendimiento de retina.

§ 2.052. El León en invierno (Anthony Harvey, 1968)

 

Una cinta muy mítica. Oscar para Katharine Hepburn (ex-aequo con Barbra Streisand por Funny Girl, de William Wyler) además de otras seis nominaciones, entre ellas actor (Peter O'tools), director y película.

No me ha parecido tan extraordinaria como parecía. Es una buena película, qué duda cabe, pero no me ha parecido de un calibre superlativo. Además las historias de los reinos ingleses no me llegan mucho. 1183 como si fuese ayer para alguien que conoce de historia puede ser muy conocido, pero para un español que sabe lo justito de historia inglesa es una época muy desconocida.

Me cuesta entrar en el escena y las relaciones de poder a diferencia de otros magos, como Orson Welles son demasiado sutiles como para provocar emociones potentes. En Orson, por ejemplo, hay algo de paródico que sirve de efecto dramático. En esa cinta los monólogos de los personales, auténticos soliloquios sobre el poder y la ambición son intensos y profundos, pero vacíos, apegados a la emoción del triunfo, pero que no llegan. Es el poder por el poder, la gloria para satisfacer la ambición, a veces momentánea, circunstancial y caprichosa.

Las enemistades entre los hijos son demasiados forzadas y la puesta boca arriba de las cartas desde el primer momento no es, desde luego, la estrategia más correcta y eficaz. 

En definitiva, una película mítica con grandes y correctas actuaciones y muy bien trabajada desde el guión y la trama. 

domingo, 25 de octubre de 2020

§ 2.051. Ocho sentencias de muerte (Robert Hamer, 1949)

 

   Una película entretenida. Una especie de asesino en serie del siglo XIX. Un pretendido duque planea asesinar a todos los parientes que gozan de mejor derecho que él para ostentar el ducado. Desde luego es un guión muy inteligente y trabajado.
   El director tuvo varias películas de cierta relevancia,  en Wikipedia (en inglés) se comenta que era muy apreciado por sus colegas, considerándole un director muy cualificado y talentoso. Murió muy joven, con 52 años solamente, y completamente alcoholizado, probablemente por su homosexualidad. En la época en que vivió la práctica homosexual continuaba siendo un delito.
  Entretenida, muy brithis, muy distinta y gozoble. Parece casi una obra de teatro, con un voz en off que va narrando qué va haciendo y cómo lo planea.
   Alec Guinness es el actor que encarna a todos los miembros asesinados, en un ejercicio actoral sólo al alcance de unos pocos, de los elegidos. Caracterizado como persona de edad, como joven, de varias edades, temperamentos, actitudes. Un señor de la escena, a la altura de los mejores. Una maravilla, de un actor de eso que da corporeidad a una película.
   El actor que interpreta al duque asesino es Dennis Price, para mi también un actor desconocido, pero que cuenta con una carrera absolutamente magnífica, larguísima, constante y sostenida en el tiempo. No tiene nada que ver con Vincent Price. Este es americano y el de esta película ingles. Es un apellido corriente y  natural.
   La película está considerada como una joya del cine británico, siempre en la lista de las mejores películas de su historia del cine. Un estilismo y una ironía 

§ 3.808. La condición Humana I. No hay amor más grande (Masaki Kobayashi, 1959)

Como obra conjunta no puedo hacer todavía un juicio crítico, tengo que esperar al final del tercer volumen para apreciar en toda su magnitud...