Mítico título de un grande de verdad, Raoul Walsh. El director del cine de aventuras por excelencia, entretenido y profundo, sincero en el rodar y poco dado a complicaciones artísticas. Es interesante subrayar que el guionista es Robert Rossen, luego mítico director que me gusta mucho.
Pero ello no le resta capacidad para transmitir un mensaje claro y nítido. En este caso, sin ningún tipo de reparo achaca al desempleo tras la IGM y a las duras condiciones de vida para los exmilitares venidos de la guerra el nacimiento de la mafia que se creó alrededor del alcohol y la prohibición.
Desde luego no pretende santificar el crimen, todo lo contrario. Es capaz de implementar una dura crítica sobre el tipo de empresas y vida que creó alrededor de ese tipo de vida.
Tampoco ahorra críticas a la forma de vida que se construye alrededor de esos personajes. Es evidente que la vida personal, conyugal o familiar es absolutamente incompatible con la vida mafiosa.
Inmenso James Cagney, absolutamente inmenso. Un actor de una pieza, encasillado en ese tipo de papeles pero solvente y muy creíble. También muy bien Hymphrey Bogart, pero eso n es noticia. Y la chica se llama Priscilla Lane, que no suena especialmente.
Inmenso James Cagney, absolutamente inmenso. Un actor de una pieza, encasillado en ese tipo de papeles pero solvente y muy creíble. También muy bien Hymphrey Bogart, pero eso n es noticia. Y la chica se llama Priscilla Lane, que no suena especialmente.
Gladys George funciona muy bien y también Jeffrey Lynn, el abogado recto que no se ve atropellado por esa forma de vida, aunque ciertamente se beneficia de ella.
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