martes, 15 de noviembre de 2022

§ 2.832. A la caza (William Friedkin, 1980)

 

Es la segunda vez que a veo y la primera me impactó mucho. Friedkin le tengo por un director competente, que sabe su oficio, que tuvo dos éxitos descomunales: The french connectión (1971), y El exorcista (1973) y que más tarde su estrella para el gran público y la crítica se apagó o se hizo más tenue, porque siempre ha seguido rodando hasta hace relativamente poco (2011, con Killer Joe, que tiene su gracia). Todavía está vivo, pero parece que no va a rodar más, pues han pasado muchos años desde la última cinta.
La sordidez está bien tratada, y todo parece indicar que el director tuvo que cortar parte del metraje, haciéndolo más suave, porque si no hubiera sido imposible que pasase cualquier examen de calificación por edades y materias. La música tiene que ser de la época, dura y sin concesiones. 
No deja de ser una cinta de policías y crímenes. Algo especiales, por la temática y los personajes.
La transformación del personaje principal tiene su aquel. Su evolución está bien expuesta, con un cambio físico evidente: se hace más fuerte, se pinta el ojo, se viste de una manera muy característica. Es el fuerte de la película, su verdadera gracia.
Obviamente el trabajo necesariamente afecta a su relación personal en general, y a su relación de pareja en particular.
Al Pacino funciona con sus códigos, sus maneras, sus tic, pero en un actor tan amanerado este papel le va bien.
Paul Sorvino en su papel, aunque no te puedes quitar de la cabeza verle como un mafioso vestido de negro dando consejos a los recién llegados a la cosa nostra. Karen Allen está bien, sin más, no tiene mucho metraje pero cumple.
El tiempo no la ha tratado nada mal, se ve con interés y no ha perdido ese punto de frescura que requiere que las cintas no pierdan el paso del tiempo. La tengo por una cinta de culto, de esas que pueden estar en un estante por la temática y, sobre todo, por el tratamiento cinematográfico.

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