miércoles, 23 de noviembre de 2022

§ 2.841. Macbeth (Roman Polanski, 1971)

Estamos en presencia de una obra colosal. Soy crítico con el cine de Polanski, tiene cosas que no me agrandan, aunque bien es cierto que otras las considero maestras. Éste pertenece al segundo de este grupo.
La ambientación, el atrezo, los diálogos, los personajes, el guión, el tempo, la voces en off, la sensación de gran formato. Lo tiene todo.
Es, desde luego, la versión más bonita que he visto. La de Welles me pareció demasiado oscura, barroca y cerrada en sí misma. Además de rodarse con muchísimos menos medios.
Esta versión es más cinematográfica, menos teatral. Sobria, como requiere el tema, pero entretenida, aunque algo larga, 140 minutos se antoja como una película muy densa.
Muy interesante es el empleo de las voces en off para reflejar los pensamientos de los protagonistas, Macbeth y su esposa.
La ambición humana, la tensión por el poder y los escrúpulos y el remordimiento de conciencia son los temas fundamentales de la obra. A medida que avanza se va oscureciendo, perturbando, enguarrándose, ensuciándose. No es que tuviese un planteamiento diáfano, pero sí exponía el relato de forma limpia. A medida que avanza se difumina esa claridad y se presenta la ambición como algo deforme, oscuro, tenebroso. El resultado es prodigioso. La iconografía del poder, la representación de las tradiciones y la tonalidad de la venganza es lo mejor de una película realmente estupenda.
Jon Finch adquirió la notabilidad con esta obra, que le sirvió de trampolín hacia el estrellato. Pero le tengo por un actor malogrado. Seguramente hizo mucha televisión, y por lo que he visto muchas obras de Shakespeare, pero no consiguió una carrera regular, estable y consolidada.
 

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