lunes, 21 de junio de 2021

§ 2.431. Río Grande (John Ford, 1950)

La última de la Trilogía de Caballería, quizá la menos conocida, pero tan bonita como las otras dos, o quizá más, porque profundiza en los valores familiares, en los personales y en el amor y el papel de las mujeres en el ejercito. 
Me emociona hasta las lágrimas algunas escenas, me pasa mucho con Ford, con películas como éstas. Es algo primario y básico, lo sé -soy plenamente consciente- y no me importa reconocerlo. La renuncia a la felicidad conyugal por el cumplimiento del deber es un aspecto de la vida que no sólo siempre he comprendido bien, sino que he admirado.
Como siempre la música juega un papel muy importante en las películas de Ford. No sólo como momento para que se relajen las tensiones del día a día en el cuartel, sino como recurso técnico para dar paso de escena a escena.
El empuje del muchacho por buscar un lugar bajo el sol constituye la pulsión dramática esencial de la cinta; la búsqueda de un camino propio, el que cada uno elige es una de las mayores conquistas de la madurez, la que garantiza el paso definitivos de la niñez o adolescencia a la vida adulta. Para Ford, que nada humano le era ajeno, aproximarse a esta temática en el escenario del Oeste era lo más natural. Y le sale una película maravillosa, redonda, épica e inolvidable.
Maravillosa Maureen O'Hara, mujer de rompe y rasga que borda el papel, como siempre, desde las entrañas, desde la racionalidad, desde lo salvaje. 
Lo de John Wayne es escandaloso, realmente un actor mayúsculo, impresionante, sobre todo en este tipo de papeles. No le pongas en papeles clásicos de cine arte/ensayo, porque se perdería. Él era para este tipo de papeles, en películas que cuando se rodaron y expusieron no eran consideradas obras de arte, estatus que han ido adquiriendo con los años.
El resto de la troupe de Ford está presente: Ben Johnson, Victor McLaglen, junto con Chill Wills, Ken Curtis, Claude Jarman Jr., Harry Carey Jr., y J. Carrol Naish.

domingo, 20 de junio de 2021

§ 2.430. Día-D, 6 de Junio (Henry Koster, 1956)

Entretenida película cuya temática siempre queda minusvalorada por la gigantesca "El día más largo" (Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, 1962). Curiosamente el actor Richard Todd se interpreta a sí mismo, como en la otra película, como militar que efectivamente desembarcó en día D en el desembarco de Normandía. En la de Annakin al parecer el papel es auténticamente real, aquí, en esta, es un papel inspirado en ese hecho.
A Robert Taylor le veo cansado y poco cooperador, era un papel más para él. Estaba apurando su carrera, pegando sus último tiros...
Edmond O'Brien como general da el pego, siempre lo da. Es un actor solvente y maduro. Muy racional.
Dana Wynter es la chica, la he visto en algunas películas pero no la tengo por una gran actriz. Acompaña y poco más.
No aporta demasiado a lo ya conocido, porque tampoco es realmente una cinta de guerra. Está ambientada en la guerra, en el episodio bélico desarrollado ese día, pero no es una película "de guerra".
Un romance triangular, de una bella mujer que se debate entre dos amores, ambos militares, un joven y prometedor militar británica y un desencantado oficial americano, casado pero seguramente no con un matrimonio feliz. Un hombre sólo, desterrado que confunde afecto con amor, y una chica equivocada y confundida que está asustada porque su novio esté en primera linea de combate.
Entretenida por momentos, aunque naufraga en mantener la tensión dramática, que no se sostiene la hora y pico que tarda el desenlace. Me parece un poco cansada y cansina, y le sobran al menos diez minutos. 

§ 2.429. La diligencia (John Ford, 1939)

Una película debe ser como esta. Presentación de personajes, desarrollo de la trama y desenlace, más o menos dramático. Esta es una película canónica, es decir, absolutamente ordenada, que va de un punto a otro de manera suave, sin sobresaltos expositivos. 
La galería de personajes presentados en los primeros veinte minutos es magistral: el banquero estafador que huye con el botín, el jugador de ventaja de pasado oscuro (por supuesto), la prostituta de buen corazón que han echado del pueblo, la mujer del oficial de caballería embarazada que va en busca de su marido, el borrachín simpático -tan de siempre en Ford- ahora en versión médico abandonado de sí mismo, el vaquero desencantado algo pendenciero y tratado mal por el sistema que tiene alguna cuenta pendiente con la justicia, el vendedor de no se sabe qué, que se mueve de un sitio a otro sin llegar a saber muy bien por qué, etc.
Una especie de "road movie" singular, en donde se aprecia cómo el camino y sus vicisitudes van modulando a las personas, haciéndolas diferentes a como comenzaron el viaje.
La historia de amor es la propia de una nación que comienza a vivir. Sin pasado, sin reproches, sin mucho conocimiento el uno del otro, sin nada que perder, tampoco con mucho por ganar. Simplemente las cosas son como son. Los personajes luchan contra ellas, pero no se sublevan contra el maleficio que les persigue: "hay ciertas cosas de las que un hombre no puede huir" dice Wayne en una de las escenas más memorables.
Me parece una película absolutamente magnífica, enmarcada en el género del Oeste pero que puede ser contada desde otra perspectiva: el amor, la escuela, etc.
Se hace muy corta, parece mentira, pero la hora y media pasa, literalmente, volando. Es un prodigio de arte, emoción y cine.

sábado, 19 de junio de 2021

§ 2.428. Las dos vidas de Audrey Robert Wise, 1977)

Wise es un director de lo más solvente. Puede llevar a buen puerto Western, terror, amor, aventuras, musicales... es un todoterreno magnífico, uno de los últimos artesanos del séptimo arte.
Esta es de terror psicológico, subgénero cultivado con fruición e intensidad en el cine, especialmente los últimos años. No es su mejor cinta, ni mucho menos, ni siquiera creo que se encuentre entre las notables. Es una más, sin más ni más. No logra penetran profundamente en la epidermis del miedo. Por momentos es intensa, e incluso recuerda a otro clásico -al menos a mi me lo parece- del cine, este sí más logrado, cual e "El rapto de Bunny Lake" (Otto Preminger, 1965) y en menor medida a "Niebla en el alma" (Roy Ward Baker, 1952).
La trama es interesante, está bien desarrollada y atrapa al espectador. No llega a ser aterradora, no es su propósito, y sí muestra una peculiar teoría de la reencarnación. Una manera singular de presentarla. Pretende que el espectador piense sobre el tema, aunque desde el miedo y la angustia, no desde la bondad y la ternura. La misma historia pudiera presentarse desde varios puntos de vista, naturalmente, y uno de ellos es este, desde el lado más duro y macabro. No llega a aterrar como "La profecía" (Richar Donner, 1976) pero hay momentos muy duros.
Me ha gustado mucho Marsha Mason, me ha parecido que hace un papel espléndido, con una angustia que no parece fingida, muy en el papel. Naturalmente Anthony Hopkins está estupendo, pero no así John Beck, plano, poco emotivo y excesivamente ausente de la temática principal del asunto. No desde el descreimiento de la historia, que pudiera ser, sino desde la lejanía del asunto. No parece interesado realmente en la salud de la niña. Parece tratar el asunto como un negocio más de los varios que tiene. Realmente no entre en al perfil del asunto, en el papel que desarrolla.

viernes, 18 de junio de 2021

§ 2.427. El demonio, la carne y el perdón (Roy Ward Baker, 1961)

   Director británico que tuvo mejores películas y que se embarca en una cinta de un Oeste peculiar, distinto, difícil para organizar el drama que se avecina. 
    Pretende ser dramática, y por momentos lo consigue, pero no llega a conmover, no hiere ni araña, ni te deja el corazón torturado. Además, y aunque esto lo subrayo muchas veces, es una película demasiado larga, sobrándole unos cuantos minutos, no menos de treinta. Con 90 minutos hubiera sido suficiente, a mi modo de ver.
    Desde luego se puede ver en clave de homosexualidad reprimida por parte del bandido hacia el cura, y a la inversa. Además la estética del bandido es especialmente característica, cuero y vestido de negro siempre en toda la cinta, excepto en la primera escena. No creo que pasara desapercibida para la comunica gay de la época.
   Me ha parecido que John Mills ("el perdón") es un actorazo de una pieza, con fuerza y determinación, hombría y magnetismo. Dirk Bogarde ("el demonio"), sin embargo, no pinta en esta película ni con cola. No sé muy bien cómo el director de casting pudo siquiera pensar que era un papel adecuado a su estilo, a la forma de moverse, a su cara dulce, aristocrática y muy británica.
   Mylène Demongeot es otra historia, de cara similar a la guapísima Claudia Cardinale y con un cuerpo parecido al de Briguite Bardot, al menos a mi me lo parece. Guapa, fina, ligera y lívida, pero no me ha parecido una actriz muy dotada. Inolvidable niña en "Buenos días, tristeza" (Otto Preminger, 1958)
     La película se deja ver, no aburre demasiado y entretiene. Al comienzo parece que los derroteros van a ir más por El fugitivo (John Ford, 1947) que por Escarlata y negro (Jerry London, 1983), que es el camino que emprende. "Escarlata..." es posterior, pudiendo citarse esta nuestra de ahora como antecedente de la de London. No evidentemente como un antecedente directo, aunque sí como inspiradora en la temática.

jueves, 17 de junio de 2021

§ 2.426. La barrera del sonido (David Lean, 1952)


Quizá de las menos conocidas de Lean, y quizá de las menos brillantes. Temática áspera, difícil, escenario marcial en tiempos de paz, amor y retos científicos. Un coctel más que prometedor, interesante y excitante.

Entretenida película, que no sé por qué pero imagino de fracaso asegurado en taquilla. No es bélica, no es de amor, no es melodramática, no es comedia obviamente, no es un género de los que dan dinero en las taquillas. Es un poco lenta, y la profundidad del proyecto personal no entra del todo bien a los gustos de un espectador medio que probablemente prefiera otras cosas menos 'intelectuales', menos densas, más ligeras, divertidas. Además es un poco larga, deficit que le achaco a muchas películas últimamente, y particularmente a las de David Lean

Me ha encantado Ann Todd. En Amigos apasionados (1949), y en Madeleine (1950) estaba genial, soberbia, pero aquí está refulgente, brillante.  Tiene una belleza muy clásica, como si fuera española, me recuerda a Eva Perón, al menos al estereotipo que tenemos de ella: rubia, menuda, con la cara ligeramente huesuda, nariz afilada y ojos pequeños...

Muy sobrio Nigel Patrick como novio, interesante y comedido. Pero el que borda el papel es Ralph Richardson en papel de magnate de la industria aeronáutica. 

El resultado final es interesante, a medida que avanza la historia le épica se adueña de la emocionalidad y se abandona el señuelo del amor, que parece que se rompe, pero que, en realidad, se fortalece, porque se hace adulta y real. 

miércoles, 16 de junio de 2021

§ 2.425. La noche americana (François Truffaut, 1973)

 

"Os presento a Pamela" quizá fue, en algún momento, el titulo que barajaba el director para esta cinta, finalmente nombrada como un filtro de cámara que sirve para rodar de día pero que parezca de noche en la pantalla, con el consiguiente ahorro de costes en la producción.
Cine dentro del cine. Categoría difícil de manejar que en esta ocasión lo maneja el director de manera magistral. Es un auténtico ensayo sobre la dirección y el arte de hacer una película. Un director de cine, dice en un momento al comienzo de la película, es alguien a quien siempre se le están haciendo preguntas.
La ambientación, los problemas que surgen en el rodaje, el 'divimos' de las estrellas, los problemas con el alcohol, las relaciones entre los colaboradores del rodaje, los obstáculos que se encuentra el director a lo largo del rodaje. Es un estudio muy interesante, verdaderamente un ensayo visual sobre el arte de rodar películas.
Jacqueline Bisset es una mujer guapísima, de una belleza algo enigmática, con unos grises de una profundidad similar a la del lecho marino. Es esa mujer distante y separada de la realidad muy consciente de su feminidad y del efecto que causa en los hombres, una auténtica diva del cine, una superestrella. 
Me gusta ver a Truffaut como actor en su rol de director. Nadie como él para entender qué ocurre y cuáles son los problemas a los que se enfrenta una película de cine.
Me ha gustado mucho, pero hay algo que no me acaba de agradar. En otras del "cine dentro del cine" el meollo de la cuestión son las relaciones entre los personajes. En esta el ensayo profundiza en la dinámica de la realización de la película, abandonando la perspectiva 'clásica' en este subgénero. 
Hay varias escenas míticas y que recordaré: la de la actriz mayor incapaz de recordar parte del guión en una escena y que se equivoca de puerta al salir de cada escena; la de Jaqueline repasando el guión la noche antes de una escena haciendo cosas de la vida cotidiana.
La música es sensacional, con un tono épico pero moderno muy intenso. La "locura" de las prisas por terminar el rodaje, la sensación de tener que terminarla como sea y demás 'relojería' interna de la industria del cine está expuestas como nunca lo había visto antes. Me parece una película maestra, una cinta realmente canónica: el cine dentro del cine es esto.


§ 3.842. El juego del adulterio (Joaquin Luís Romero Marchent, 1973)

Una película de Romero Marchent que no es del Oeste. Y me ha sorprendido. Es un buen cineasta, es una buena película. Le falta un poso de pu...