sábado, 21 de diciembre de 2019

§ 1.773. Jungla de cristal III: la venganza (John Mc Tierman, 1995)


Ls más espectacular de la saga, sin duda. Vuelve Mc Tierman, y se nota. Es un director de esta clase de cintas.

§ 1.772. Sanjuro (Akira Kurosawa, 1962)

No es temática Shakespeare, es mas una continuación de Yojimbo, pero peor, me parece.
Un poco enrevesada, demasiadas traiciones, no se sabe muy bien qué ocurre, a quién se engaña, pero es muy entretenida, no tan conceptual como otras de Kurosawa, que son mucho más profundas, pero quizá menos vistosas.
La coreografía de las batallas con espadas me gustan, pero son poco realistas. La parodia de Tarantino es caso mejor. Pero Kurosawa tiene algo magnético, atrayente, que atrapa. Me gusta, y mucho.

§ 1.771. La jungla 2: Alerta roja (Renny Harlin, 1990)

Esta vez en un aeropuerto. Algo mas sosa que la anterior, menos efectiva, más directa desde el principio. El director ni siquiera pone los créditos al principio, comienza a saco, de manera salvaje, directa, brutal...
No me ha parecido tan buena película. Es más sofisticada, menos ruda. Mantiene el mismo principio pero es menos efectivo. 
Son entretenidas, se dejan ver y sirven para pasar el rato, pero no aportan mucho al cine. Tuvieron su tiempo y esta en concreto ha envejecido mal, tienen arrugas, y no parece que puedan convertirse en películas de culto. Esta en concreto no recuperará el tono.

§ 1.770. La jungla de cristal (John Mc Tierman, 1988)

Una película de navidad. Vista ya varias veces, pero que siempre es agradable verla de nuevo, otra vez. Interesante en el género de películas de acción. Recordaba más loco al policía, más desequilibrado. Lo  que hace es racional, tiene sentido, es operativo.
La película es un poco larga, sobra media hora.



miércoles, 18 de diciembre de 2019

§ 1.769. Mandingo (Richard Fleischer, 1975)

Drama sureño, ambientado en los comienzos del siglo XIX en una comarca indeterminada. Narra con eficacia la dureza de la vida de los esclavos en una primera parte, para, en una segunda narrar las peleas de negros, como espectáculo de bestializo para diversión de los blancos.
Película inteligente, bien narrada, marcada por los tópicos pero eficaz. Me gusta mucho Fleischer, me parece que tiene un sentido propio, cierta capacidad de marcar su propio terreno, su propio código, su perspectiva, su sello.
James Mason es uno de los actores por los que merece la pena ver una película, llena la pantalla, todo lo que hace tiene sentido, es capaz de soportar por sí mismo una cinta entera, aunque esta no es el caso.
El trasfondo de insatisfacciones sexuales que rodea toda la cinta es algo exagerada. Pasiones redimidas, deseos insatisfechos. El blanco que no encuentra satisfacción con su mujer blanca y encuentra solaz en una esclava negra, que además habla con él con total normalidad sobre la esclavitud de su futuro hijo, y de otras circunstancias. Un poco enrevesado y además poco creíble.
Un luchador que va adquiriendo conciencia de clase poco a poco. No es un relato especialmente logrado, además de inverosímil. La mujer blanca alcohólica deseosa de sexo por las frustraciones que tiene por no poder fornicar con su marido es un poco exagerado.
Buena película, un poco larga, 90 minutos hubiera bastado para narrar lo que el director quería contar.
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martes, 17 de diciembre de 2019

§ 1.768. Macbeth (Orson Welles, 1948)

La oscuridad del poder, la parte mas innoble de las ambiciones humanas en una tragedia de Shakespeare muy conocida. La borrachera del poder, la incapacidad para poner límites a tus propias pretensiones, la malsana y mordaz víbora del resentimiento mezclado con la envidia en una cuba de resquemor...
Desde luego el Director consigue infundir un presagio de catástrofe a la historia, un profundo estado de maldad intrínseca, más allá de los acontecimiento externos que se suceden. La influencia de su mujer, -¿para el autor de cualquier mujer?- no es precisamente sutil. Es abierta, directa y protagonista. Quizá excesiva, no he leído la tragedia, pero Welles carga las tintas sobre ella y sobre su fono de maldad. No sé si no tiene una explicación más prosaica el camino que elige Macbeth, si no es fruto de las circunstancias. 
El juego de la profecía de las brujas marca la línea directriz de la cinta, de la obra, pues parecen mojones sobre los que edificar cada una de las tres partes que componen la película, prácticamente de media hora cada una de ellas.
El juego de luces y sombras está, obviamente, muy logrado, así como los diferentes escenarios naturales, -rocas y mar, viento y rayos- que componen el escenario apocalíptico alrededor del palacio. Faltan caballos y perros para, todos negros, para completar la oscuridad completa. Solo aquella que da una bestia que creemos domesticada.
Orson está exultante, brillante, rebosante de energía, de potencia, de capacidades. Parece que se sale de la pantalla. No es una película de actores, pero Jeanette Nolan es Lady Macbeth, esposa ambiciosa y perturbadora de la estabilidad emocional del Rey.
Dos circunstancias hace singular a la película. Los actores no hablan, declaman. Parece que hablan en verso, lo que a veces dificulta el entendimiento y el seguimiento de las cinta. Y, en segundo lugar, los planos de abajo a arriba desde los que se filman caras y expresiones muy propio de Welles.
Es una cinta que hay que ver seguramente varias veces para sacar el jugo que toda ella tiene.
Me ha gustado, especialmente después de meterme en ella, después de veinte minutos trepidantes y frenéticos que hacen que cabalgues sobre la cinta, que no le has cogido el ritmo. 
En todo caso me ha parecido pero que Otelo, que la recuerdo soberbia, magnífica, imprescindible.

§ 3.803. Las ratas (Robert Siodmak, 1955)

  Una obra "realista" de un director tendente a lo fantástico, a exponencial áspenos oníricos de la realidad, al menos en su prime...