Me suena a clásico, a pequeña obra de culto. Nada importante, nada mayor. Pero interesante y seguida. Una cinta de referencia, que se tiene en consideración, que sirve, que el útil, que es seguida y apreciada. Tiene ese punto de irreverencia e insolencia que la hace de difícil catalogación. No es un drama, no es un thriller, no es, tampoco, una obra de destape o pornografía. Ni mucho menos una película sexual. Es un poco de todo ello y nada de ello.
Erotismo naif, guapas mujeres muy femeninas, un claroscuro interesante, algo contestaría, femenina y machista, las dos cosas a la vez y sin ser contradictorio. Planos picados, morbo a raudales... y una obra de lo más interesante.
Hay que verla, me parece una película que hay que ver. Con esa mezcla de sadomasoquismo y discurso político (encubierto).
Los actores, para mi totalmente desconocidos, son: Philippe Leroy, Dagmar Lassander y Lorenza Guerrieri.
Hoy he escuchado (no es la primera vez, naturalmente) a Miles Davis en un concierto grabado en Polonia en directo en 1983, con tema de Bitches Brew (1970), y ahora, al ver la película he pensado que a Miles esta película le gustaría.
Tiene ese aire moderno de las cosas -decorados, vestuario, sonidos, ambientación- tan de Miles. No es tanto como son de modernas las cosas, sino cómo las llevas. Algo de eso tiene esta película. No es que sea moderna, que lo es, es que a todo le imprime un aire de modernidad.
Me ha encantado. Si bien lo miras por momentos puedes ver algo de Almodovar, en la historia, en los planos, en las feminidad blanca de las protagonistas, en la morbosidad de las relaciones, en el color blanco que destaca en todo.
Me ha encantado.