sábado, 26 de octubre de 2024

§ 3.549. Al otro lado del espejo (Jesús Franco, 1973)

 

Pues insisto en una idea, Franco en algún momento perdió el rumbo y se convirtió en un cineasta vulgar. Pero las ideas que tenía al comienzo, sus primeros años, son sugestivas, interesantes, algo impostas y quizá muy copiadas de otros, pero ejecuta correctamente lo que piensa y sumerge al espectador en la película.
Aquí estamos ante un buen ejemplo de ello. Una buena idea, simple pero correcta, un desarrollo interesante, con un guión bien trazado, espacios abiertos -literalmente te pasea por Madeira-, una música exquisita -a veces un poco de piano bar, otras buen jazz (hay un par de solos de trompeta de lo más creativo)- a cargo de Adolfo Waitzman, una actriz de lo mejorcito de la época, Emma Cohen (algo artificial cuando toca el piano) y una duración contenida. No necesitas mucho más para montar una película. Sobre todo si tienes la facilidad que tenía Franco.
Peor esta es de las mejores de él. Nada sustos, vampiras, tetas o sueños lisérgicos.
Es cierto que tiene un aire a Una historia inmortal (Orson Welles, 1968) estrenada cinco años antes. En vez de Macao, Madeira. En vez de buscar una leyenda, perpetrar una venganza contra el mundo. Pero el ambiente es similar, la búsqueda e algo que no se ve a primera vista e incluso el color también lo son.
El chico es Philippe Lemaire, para mi un desconocido. El padre de la chica es Howard Vernon, un clásico en las películas del oeste, un secundario de esos de estudio que tuvo una carrera larga y prolífica.

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