Uno de los primeros Buñueles. En su etapa Mexican. Un dominio del claro oscuro verdaderamente magistral. Una música que acompaña a la perfección el tono dramático de la historia. Un guión inteligente y una película muy interesante.
Interesante historia de amor, enseñanza de que puede surgir en cualquier parte, en cualquier momento, en cualquier situación.
Tiene hechuras de cine clásico, melodrama estructural que filmado en Hollywood hubiera tenido un resultado más brillante. Me imagino a Merle Oberon y Gary Cooper y pienso que la podría haber dirigido Dieterle, por ejemplo.
Pero la intensidad de Buñuel es muy animal, nada sutil, nada se subraya, se dice y nada más. No hay sutilidad, pero tampoco engaño.
Tiene la virtud de mostrar al descubierto las miserias del matrimonio, de la burguesía y de la ocultación como forma de vida y comportamiento. Esta sería una pintura expresionista, y otras del genio serían impresionistas y más tarde abstractas.
Al parecer, he leído que Buñuel decía de la película que era la que menos le gustaba de las suyas. No seré yo quien contradiga esa afirmación, pero de todas las que he visto de él es la que menos me ha llegado. El guión es previsible, pero plano, la carga dramática no llega a expresar la angustia que sienten los personajes.
La actriz es Rosario Granados, una belleza mexicana ortodoxa, guapa con rasgos firmes pero dulces. El actor es Tito Junco. De ninguno de los dos he visto nada. Es la primera película de ambos. Mientras la apostura de ella puede verse perfectamente, la de él ha quedado algo antigua y desusada. Ese billotito a lo Brian Donlevy le delata.
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