Inevitablemente emparentada temáticamente con Qué verde era mi valle (John Ford, 1941) pero con un tratamiento diferentes, potenciando el romanticismo y dejando de un lado la crítica social, que en Ford es mucho más profunda de lo que parece a primera vista.
Impresionante la naturalidad, vitalidad y energía de Greer Garson, una actriz de las impresionantes, de las de toda la vida.
El solvente Gregory Peck le da la réplica y no desentona. ´del nunca lo hace, al contrario, potencia a los demás actores.
Es una especie de sueño de adulto que consigue emocionar. Tiene, por momentos, un punto épico cuando se narran las peripecias de la fundición y el sentido que tienen los personajes de la familia.
Un lenguaje contenido, con un guión sobrio que hace innecesario el recurso a otros medios más espectaculares. Aquí no hay nada que no sea guión, escenarios naturales, decorados, y actuación actoral.
Me ha gustado muchísimo la película.
La presentación de los personajes en la escalera es, sencillamente, una obra de concisión magnífica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario