Peculiar cinta, precursora quizá de La taberna del irlandés (John Ford, 1963), que aunque no tiene la misma temática sí es cierto que participan del mismo ambiente: chica guapa 'destartala' el peculiar estilo de vida de dos hombre rudos y desencantados de la vida que comparten un negocio singular en el Caribe.
Puñetazos, aventuras, peligros, algo de intriga (similar a Tener y no tener [Howard Hawks, 1944] y un metraje un poco elevado (quizá con noventa minutos hubiera tenido suficiente) componen un fresco de peculiares personajes que se enfrentan al viaje desde diferentes perspectivas. El desconfiado que cree que no es una buena idea llevar el transporte porque ha vivido una historia de amor dura y nada halagüeña; el que ve en ello una oportunidad que no va regresar y que intenta aprovecharla; y la misteriosa dama, que es el punto central de la historia: no se sabe qué pasado tiene, de dónde viene y qué le pasó.
Qué belleza la de Rita, cómo mueve el cuerpo cuando baila descalza, que alegría al verle el pelo rojo al viento con el vestido amarillo. Es todo un canon de belleza femenina que lo tuvo todo pero y que, sin embargo, fue incapaz de ordenar su vida con el necesario toque de organización para que no se te vaya de las manos.
Con todo tiene un halo de tristeza no sólo debida al rol de la película, sino también, sin duda, a lo que arrastraba en su vida personal, una mezcla de alcoholismo y alzheimer, demencia y tristeza.
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