Una de esas de terror psicológico, menores al cuidado de seres perversos y desenlace previsible, siempre violento. El maestro del terror en su medio natural. Pero no me acaba de convencer. Más que nada porque ya he visto varias de temática parecida y, la verdad, siempre soy refractario a estas películas. Me ponen nervioso y no creo que me aporten algo especialmente significativo. Pero es un nerviosismo artificial, no porque me llegue, sino porque me provoca animadversión, malestar artificial y algo de desazón.
Además vi hace poco La mano que mece la cuna (Curtis Hanson, 1992), de la que esta película es un clarísimo antecedente. No es exactamente una copia, pero es la misma temática. Pero esta cinta tiene un problema que no tiene la de Hanson, que no tiene actores reputados que puedan servir de enganche a la historia, atraer público a la cartelera y generar ese valor añadido que a veces tienen las películas de cine.
Se queda en una historia convencional, poco atrayente y muy vista. No me ha convencido.
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