domingo, 19 de mayo de 2024

§ 3.405. Tristeza de amor (Eduardo Mallorquí, 1986)

 

Recuerdo algunas noches cuando se emitía la serie y me quedaba a ver algún capítulo. La música es preciosa, la canción en realidad. 
Vista con perspectiva se ha quedado un poco antigua.
Muy amanerada, algo acartonada. Incluso los actores no están tan expresivos como en una película. Alfredo Landa está hasta vulgar. Un personaje que hace de sí mismo pero que refleja un tipo de hombre no sólo que ya no se lleva, sino que probablemente nunca se ha llevado. Varonil pero rústico, escaso de palabra y firme de convicciones.
Concha Cuetos está espléndida, pérfida, ambiciosa, malvada, cruel... Carlos Larrañaga también está muy bien. Y Eduardo Fajardo, haciendo de un playboy español cincuentón pero con fondo y solemnidad. Emma Suárez, Nadiuska... Fernando Hilbeck, Walter Vidarte.
La serie es imperfecta, pero tiene un encanto especial. Interesante por la temática y bien desarrollada. 13 capítulos en una sola temporada. Cortito y al pie.
Me ha encantado.

3.404. El Hombre que mira (Tinto Brass, 1994)

Una más de brass. No tiene esa facilidad para contar historias que se le aprecia en otros momentos, en otras películas. Ese ambiente nazi y depravado tan cercano, al menos en lo estético, o al menos así me lo parece a mi, a Visconti y toda la potencia de su La caída de los dioses (1969).
Tampoco tiene la gracia de esas otras cintas que ha hecho sobre la Italia de los sesenta y ese erotismo campestre y rural de mujeres italianas metidas en kilos pero bellísimas...
Esta es, sin más, una película erótica semi pornográfica. No tiene ni una gracia ni la otra. Realmente me ha aburrido bastante.
Me parece una película fallida. Los muy fan del género quizá no la consideran así, pero no es de las mejores de Brass. Es de las peores.
Hay una marca en Brass que se repite siempre, un plano de una cama que ocupa toda la pantalla, a media altura, con la cama hecha y un cabecero bonito y  colorido.

sábado, 18 de mayo de 2024

§ 3.403. La seducción (Fernando Di Leo, 1973)

Un director al que le tengo por un maestro del cine europeo de acción. Una película de "Seducción" no parece el mejor escenario para manejar una historia sexual. Pero no hay que tener prejuicios.
Al final queda en una bobada. Y, por momentos, en una historia casi ridícula. No he entrado en ella en ningún momento. No forma parte de las cintas de erotismo naif de Tinto Brass, por ejemplo, ni de las casi ridículas de es cine erótico italiano de los setenta. Obviamente, me parece más guapa la madre que la hija. 
Ligeramente amanerada, algo barroca y por momento recargada, no llega a la emoción que pretende transmitir. 
Entiendo la turbación del protagonista, pero en cuestiones de sexo soy bastante convencional, casi aburrido.
No es el tipo de película que creía que rodaría Di Leo, un verdadero maestro en películas policíacas, o de cine negro, como gusta decir en EE.UU.

§ 3.402. Laura, las sombras del verano (David Hamilton, 1979)

 

Bueno. Pues no me ha sorprendido. Era lo que esperaba. Pero no me ha gustado. Esa glorificación de las niñas tan pequeñas, rozando lo prohibido (no delictual, no quiero decir eso) me parece una impropia temática para una película. Lolita, de Navokov era otra cosa. E incluso el tratamiento de Kubrick era bastante respetuoso e incluso estáticamente dist anciado del morbo. Sin embargo aquí se glorifica la pubertad y se la convierte en  objeto de deseo. Sin rubor, sin límites, sin descaro. Y no hay desnudos, ni escenas altamente eróticas, mucho menos sexuales. Pero el fondo del asunto es más turbio, más oscuro, menos limpio. 
Hay películas abiertamente de sexo, qué se yo, cualquiera de Tinto Brass, que son menos perturbadoras que esta.
No sé si ahora, con estos tiempos de corrección política, esta tipo de cintas funcionaría tan bien.
No me motiva nada. No me parece ni siquiera interesante. Solamente tiene algo de interés por ver a Maud Adams, una de las 'chicas bond' más guapas de la serie.

§ 3.401. Vuelo al infierno (Jesús Franco, 1971)

 

Todo muy primario, básico, intuitivo, 

viernes, 17 de mayo de 2024

§ 3.400. Ilsa, la tigresa de Siberia (Jean LaFleur, 1977)

 

Tercera entrega de este serie. Interesante por el escenario, los paisajes abiertos y poco más.
Pretendidamente erótica, es más pesada que las anteriores. Muy forzadas las tramas, innecesarias por momentos, recurrente en otro, superfluas las más de las veces. El sadismo semi sexual de otras entregas aquí se torna en torturas políticas en la primera parte. Un sinsentido que roza el ridículo algunas veces. La chica, Dyanne Thorne, es limitadísima como actriz. Tiene esa guapura de las mujeres altas y voluptuosas, pero  no tiene capacidad de desarrollar una historia por sí misma, ni acompaña a las de los demás. 
No tiene ni sutilidad, ni gracia, ni erotismo, ni siquiera es interesante. 
Que por qué veo este tipo de películas. Por dos razones. En primer lugar porque hay que ver de todo, y, en segundo lugar, por mi teoría de que hay que ver muchas películas malas. Ya explicaré en otro momento cuál esa teoría mía.

jueves, 16 de mayo de 2024

§ 3.399. Los últimos juegos prohibidos (Michael Winner, 1971)

 
No sé muy bien cómo elegía Brando las películas que quería rodar. Supongo que a estas alturas de su carrera priorizaba otras cosas que la formalidad estética o la calidad de los guiones. De las aproximadamente 40 películas en las que actuó como actor no hay menos de diez o doce en las que se le ve desganado, cansado y aburrido. 
Esta es una de ellas. Sin embargo guaro con cariño Queimada, que sólo se rodó un año antes y siempre me ha parecido que está enérgico, brillante, varonil. Seguramente fue su última gran película. Sí, lo sé. Luego rodó El padrino pero eso es otra historia...
Es una especie de adptación libre de Otra vuelta de tuerca, cuya mejor versión es Suspense de Jack Clayton de 1961. Ésta no es tan brillante, pero es muy buena, muy sentida. Un ritmo y un "crescendo" brillante, un uso de la luz y de las sombras magnífico, incluso la música acompaña bien de verdad.
La verdad es que languidece a medida que los niños intentan reproducir los juegos sadomasoquistas que ven hacer a los mayores, el hombre para todo, jardinero y cuidador del jardín, y la institutriz, una bella Stephanie Beacham, actriz que empezó realmente bien pero que no llegó a ser especialmente brillante. 
La premisa de la cinta es estupenda, pero a medida que avanza pierde interés.

§ 3.778. Caravana de paz (John Ford, 1950)

Muchas veces vista. Una obra de arte.