Por mucho que la trama sea interesante, la tendencia natural de Franco a manosear el contenido y darle siempre una vuela sexual, picarona, sórdida y malévola, convierte el producto en algo ya visto, como si se tratase de la misma película, rodada en otro escenario y con otros protagonistas, pero la misma película. Depravada, explícita, nada sutil y algo brusca.
En esta al menos no utiliza tanto el zoom, no al menos de manera tan intensiva como lo hace usualmente.
El contenido sexual es más explícito en algunos momentos que en otras películas suyas, especialmente las de la primera época. Pareciera como si hubiera caído en la tentación de hacer cosas fáciles, de consumo seguro, instantáneo y rápido. Este tipo de cintas se veía, claro, era la época de ello.
El retrato del detective es básico y lineal. No tiene expresividad, ni dobleces, ni matices.
Es de las peores películas que he visto de Franco, que ya es decir.
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