Un poco rara, peculiar en el director, distinta desde la ortodoxia que me gusta y más disfruto. Una ciencia ficción diferente, miedosa, rocambolesca como toda la ciencia ficción, pero además algo esotérica, con tonos gore y sádicos, aspectos morbosos, no sexuales, pero morbosos y sorprendente. Siempre sorprendente.
Parece que después de sus años iniciales con cintas verdaderamente interesantes, entre las que destacan Videodrome y La mosca, entre otros, se dedicó a películas más convencionales: Una historia de violencia o Promesas del Este, para volver ahora a ese género, que debe ser el que más le gusta, en donde se encuentra más cómodo.
De todas formas no me ha gustado mucho esta cinta. No la he entendido. Visualmente es atrayente, te hace pensar, pero es un pensar vacío, sin demasiado sentido, pensar sobre algo que no puede producirse, que no tiene visos de verosimilitud, que camina contra toda lógica, que únicamente es especulación absurda y sin sentido se agota pronto. No tiene demasiado recorrido.
Me gusta el contrapunto que supone el escenario sucio y cochambroso. Siempre que imaginamos el futuro y los habitantes de él creemos que todo es aluminio, frio y esterilidad. Y el director nos dice que no, que el futuro es como el presente, sucio y malévolo.
La idea de un artista performativo es de lo más sugerente. Un artista que crea arte duplicando sus órganos internos para extirparlos en directo como si fuera un espectáculo es ridícula y alocada, pero seguro que ha tenido algún tipo de precedente en las vanguardias artísticas más transgresoras.
Una película diferente. Y lo diferente no suele gustarme mucho. Esta en concreto, no demasiado.
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