Me parece de una modernidad sorprendente. Verdaderamente sorprendente. Una búsqueda desesperada de la felicidad. Ni siquiera, de la identidad, de saber dónde se está. Cada uno es infeliz a su manera. A su propia manera. Todas distintas, y, sin embargo, todas parecidas.
La pareja, el sexo, la fidelidad y la infidelidad, el amor, la comprensión, la incomunicación, las dificultades para encontrar un lugar común entre dos personas para edificar un lugar común a ambas en el que ninguna de ellas pierda su identidad y su razón de ser y, a la vez, sea un recinto propio, diferente del que cada uno visitaba antes de venir al común.
Me ha encantado. Pero no es muy difícil que me gusten las de Bergman. Es uno de los cineastas que más me gustan.
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