Oficioso, eficaz, con tendencia a la ortodoxia, pero perdiendo ese punto de irreverente, de macarra, de hombre fuera de las costuras del sistema que tanto le caracterizó en sus comienzos y en sus películas más célebres.
Hombre de cine, a qué dudar, capaz de hacer películas interesantes, como ésta. Muy bien rodada, muy bien contada, por momentos emotiva, contando una historia sencilla y con matices.
Una novela de Didier Decoin, autor desconocido para mi, con guión del director y de Cuca Canals (que tampoco sé quién es).
Me gusta la fotografía, en un tono muy pálido en la parte de la minería, y algo más alegre cuando aparece la dama. Efecto muy buscado, claro. Blancos y negros en la minería, color en la alegría.
Poderosas actuaciones de Aitana Sánchez-Gijón y Olivier Martínez, que tienen verdadera química en pantalla.
Más que una mentira, es la historia de un deseo. De una querencia tan fuerte por el lado más carnal del deseo y de la vida que es capaz de hacer saltar las costuras de la moralidad, de la virtud y de la civilización social.
Tiene su gracia, pero no es una obra mayor de Luna, que tiene un cine más característico que éste.
Además me parece demasiado larga. Sé que dura 100 minutos, algo usual en el metraje actual, pero se me ha hecho larga. Tiene poco recorrido dramático y se agota a los cuarenta minutos. Sabes lo que va a pasar y no está contado de una manera tan especial como para llamar tu atención.
Está bien, sin más.
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