domingo, 15 de marzo de 2020

§ 1.850. Magnolia (Paul Thomas Anderson, 1999)

Historias cruzadas. Nunca me han gustado, no las entiendo, me cuesta seguirlas, me aburren... además esta cinta es larguísima, a mi juicio innecesariamente larga. Tres horas dando vueltas sobre argumentos cruzados que no van a ninguna parte nos demasiado para mi.
Un policía (John C. Reilly) que aborda una casa en plena bronca y aparece un muerto en el armario..., un cuidador a domicilio enganchado a la teletienda (Philip Seymour Hoffman) que atiende a un enfermo terminal (Jason Robards) que no se mueve de la cama, cuya hija de Julianne Moore, que toma medicación... El enfermo le pide al cuidador que busque a su hijo, que no lleva su nombre.
Un predicador que habla de gobernar la polla, absolutamente misógino, que enseña a la gente a no sé qué, probablemente a ligar imponiendo altas dosis de autoestima y testosterona: Tom Cruise. Una mujer negra despampanante que le quiere hacer una entrevista...
Un presentador de televisión (Philip Baker Hall) que busca a su hija que, al parecer no está muy centrada en cuestiones de amores y sexo, consumidora de coca y bebedizos varios... es abordada y detenida por el policía del principio porque tiene la música super alta.
Un niño prodigio de los concursos de televisión venido a menos, que es incapaz de vender cosas electrónicas y va a ser despedido. Otro niño prodigio más joven que juega actualmente...
No dudo que es una pericia magnífica en el montaje, que es un virtuoso, pero no le encuentro lógica a la historia. La que más me ha gustado de todo este estilo de películas ha sido la de Tarantino: Jackie Brown (1997), y también una que se llamaba Crash (2004), de  Paul Haggis, que sí era muy buena.
El color es muy nítido, la música interrumpe la acción en multitud de ocasiones, siempre está sonando y las conversaciones a veces no se oyen nítidamente, y las historia se suceden con rapidez, seguramente abocándolo todo a un desenlace al final en el que todas las historias se junten irremisiblemente dando al collage un sentido único y propio, pero que no se vislumbra hasta bien pasados unos buenos minutos...
Pero las historias no se suceden lógicamente y con coherencia.  No se sabe dónde quiere ir el director. Son fragmentos de escasos minutos, a veces sólo unos planos, que se suceden sin fin comprensible.
Sí parece que a la hora empieza a vislumbrarse algo de coherencia. El presentador de televisión que se muere de cáncer presenta a un niño prodigio y su mujer está viendo la televisión...

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