martes, 3 de marzo de 2020

§ 1.838. Confidencias (Luchino Visconti, 1974)

Perturbador relato de las relaciones humanas. Bajo una excusa algo pueril se muestra un cuadro de relaciones humanas de un hombre maduro, solitario, envuelto en sí mismo, apartado de la sociedad. Viudo hace años ve alterada su senectud y su soledad por una familia peculiar que a regañadientes consigue que les alquile el piso superior de su palacete italiano repleto de obras de arte, cuadros, esculturas, y muebles valiosos que ha ido atesorando en toda una vida de estudio, reflexión y familia. Porque es evidente que todo lo que atesora viene de familia, los incunables, los cuadros valiosos, etc.
La frivolidad de los vecinos, la marquesa con sus dos hijos y su amante conforman un cuadro deprimente y algo depravado de la sociedad que el profesor es incapaz de comprender. No es un problema de adaptación a lo nuevo, constituye más una incapacidad ontológica para empatizar con el prójimo. Pasa del enfado a la sorpresa por los comportamientos que aprecia en sus nuevos vecinos, de la ira contenida a la sonrisa por las situaciones insospechadas que vive de forma nueva, porque para él todas son novedosas y distintas.
Las conversaciones entre el profesor y el amante de la marquesa son el eje central sobre el que pivota el eje central de la película. El discurso sobre la ciencia y la técnica del profesor es pedante pero acertado, una visión materialista de la ciencia, con claras reminiscencias marxistas.
Y el recurso a la habitación secreta tiene algo de oculto, para no mostrar un deseo, una obsesión, un misterio, para dejar algo cubierto por la bruma, como si quisiera mostrar que todo hombre, todo ser humano, tiene algo que ocultar. El chico joven es un amoral descreído de todo, incapaz de encontrar su camino en la vida y que se ha dejado llevar por el camino fácil de ser amante de una rica aburrida y podrida por dentro, sin vida interior más allá de la obtención de sus placeres. Su amoralidad queda retratada con la orgía que organiza en casa del profesor con los dos su amante, bisexualidad dixit con infantes.
El profesor es un hombre moral, de otra época, con principios sólidos que no sirven para la nueva vida que se avecina. Tiempos recios de novedades.
La soledad se ha mitigado, pero no era ese el propósito del profesor. Quería estar solo, con sus recuerdos, con sus libros, sus cuadros, sus obras, su obra principal, él mismo.
Burt Lancaster es el profesor mayor. Hijo de italiana heredó el palacete y toda su vida de adulto ha vivido en él. Silvana Mangano es la marquesa depravada que no tiene el más mínimo reparo en mostrar a su amante ante sus hijos, ni en comprar su afecto regalándole el piso en el que van a vivir en Roma. Helmut Berger es el amante de la marquesa. Actor singular, amante del propio Visconti, bisexual reconocido de familia abolenga como el propio director. Claudia Marsani,  y Stefano Patrizi son los hijos de la marquesa. Claudia Cardinale es la esposa del viudo, que aparece en un flash, recordando tiempos mejores en la vida del profesor.
Sabia que Visconti me iba a gustar. Es intimista y arriesgado, sensible y profundo. Y elegante, tanto en los planteamientos estéticos de la historia como en los movimientos técnicos de la cámara, de los planos, de los encuadres. No es ni atrevido ni innovador en estos aspectos, pero eso no es lo esencial para él. No está demás recordar que era un excelente escenógrafo de las grandes óperas.
No sé por qué, pero me ha venido a la cabeza que quizá fuera el único director que hubiera podido llevar a buen puerto una buena película sobre la novela "El busca del tiempo perdido" de Proust.

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