domingo, 7 de abril de 2013

SIEGEL, Don. La ciudad sin ley (1969)

Magnífica película, estupendo guión, gran interpretación del estupendo actor Richard Widmark, estupendísimo actor... Toda una relación onírica de esta película con la de Zinneman: solo ante el peligro, esta también excelente película... En realidad parece una copia de aquella pero con diferente final y diferente estructura temática. En este al final muero el Sheriff, seguramente porque era su destino, nada mágico sucede, las miserias humanas gobiernan la vida de las gentes... La historia es sencilla, un Sheriff de los de toda la vida, ligero de gatillo y poco dado a hacer la pelota a los que mandan (gran error, según quién dice qué) es considerado un peligro por la nueva corporación municipal... Él no quiere irse, no quiere esencialmente por dos razones: le ofrecieron el puesto por todo el tiempo que quisiese y cree que su ley del revolver es justa, sirve para lo que sirve y cumple con su función.
Además vive enamorado de una mujer con la que se casa antes de morir...
La corporación quiere otras cosas... otras cosas de otras cosas... intentan que abandone, pero resiste. Es su ley, la honestidad, la valía, el arraigo... 

sábado, 6 de abril de 2013

HAWKS, Howard: Río Lobo (1970)

     Buen río, sin ser el Bravo, ni mucho menos en Rojo... El de Sangre todavía no lo he visto... Vaqueros convertidos en Cowboys puede ser el resumen de la película. Comienza con un espectacular robo con descarrilamiento del oro que viaja en un tren por unos Confederados y la persecución de los Yanquis... el resto ya lo puede imaginar el lector: unos se persiguen a otros, y al final lo de menos es donde está el oro, lo más importante es cazar al ladrón, convertir lo prometido en su código genético en lo que se debe hacer...

lunes, 1 de abril de 2013

Howard Hawks. Tierra de Faraones (1955)


     Probablemente el director de cine más versátil que haya, no suele fallar nunca, siempre acertado. No tiene la profundidad de otros, pero sabe desenvolverse con verdadera desenvoltura en cualquier género. Parece razonable que se visite de vez en cuando este de los Peplum, sobre todo en domingo de resurrección como fue ayer.
     La vi con Rodrigo, que días atrás vio y le encanto Qvo Vadis, con las historias de Marco Vinicio, Ligia, Petronio, Tigelino, Nerón, etc... Parece que le gustó, aunque creo que al final no se enteraba mucho de qué iba la cosa. Pero desde luego prestó atención y preguntaba constantemente. Me encantaría que le gustasen las películas de cine, me encantaría tener vida para ver con el tres mil o cuatro mil películas... Me encantaría.

domingo, 24 de marzo de 2013

REED, Carol. Nuestro hombre en la Habana (1959)


     Excelente novela. Buena película. Sin llegar a la altura de otras de Reed. Ni muchísimo menos.
     Conocida historia de cinismo, alcoholismo, y confusión, tan propia de algunas situaciones vitales, más frecuente de lo que parece.

sábado, 23 de marzo de 2013

Elia Kazan. Fugitivos del terror rojo (1953)


     No muy renombrada película del traidor genial que tiene, sin embargo, el mérito de no envejecer, o mejor dicho: envejecer con bastante dignidad, quizá por el tema, quizá por el tratamiento del blanco y negro, muy sutil y especial, quizá por ser el director quien es, y estas cosas importan, y mucho, especialmente a los mitómanos como yo...
     No es, obviamente, ni Viva Zapata, probablemente entre las diez películas más bonitas de todos los tiempos, ni La Ley del Silencio. Tampoco es Esplendor en la Hierba, ni siquiera El Último Magnate o El Fugitivo, pero es una película que se deja ver muy bien. Me recuerda vagamente a El Callejón de los Sueños Rotos, por el ambiente en el que se desarrolla, aunque nada tiene que ver ni la trama, ni 
     Desde luego tiene que ver con su peculiar lavado de cara tras su bochornosa intervención contra los Diez de Holywood, preciosamente contado en una película de Irvin Wilker llamada Caza de Brujas, uno de cuyos represaliados más notables fue Dalton Trumbo, guionista de Espartado, de Kubrick. Probablemente fue el episodio que marcó su vida por completo, en todos los sentidos, y seguramente le impidió situarse en el Olimpo de los directores míticos, lugar reservado para otros directores ortodoxamente dóciles con el Poder, como Hawks o Ford, cuyas derivas personales eran tolerados como tributo a la peculiaridad de su genio. Porque la plasticidad de su cine es magnífica, la fuerza tremenda de su argumentario deja poco margen a la duda: estamos en presencia de un animal de la naturaleza, un torrente lúcido de expresividad canalizado a través de una máquina que hace dieciséis fotografías por segundo.
     La historia es la que se supone: los miembros de un circo pretenden en una gira escaparse de su país, Alemania Democrática, para pasar a la Alemania Federal, consiguiéndolo, después de no pocas peripecias, circunstancias y ocurrencias, que dan sentido a toda la película.
     Se deja ver, y para los que gusten de este tipo de cine es bonita, sin ser una genialidad, en ningún sentido.

domingo, 10 de marzo de 2013

FARROW, John. Las fronteras del crimen (1951)

     Buena película, a veces divertida. Una mezcla de género que le sale muy bien al director, padre de Mia Farrow, esposa del enano al que Frank quería cortar las piernas.
     Mitchum es un panoli de poca monta que tiene un parecido extraordinario con un mafioso evadido a Italia. Le pagan por pasar unos días en México, donde, sin saber él qué va a suceder, tiene previsto llegar el mafioso y someterse a una operación de cirugía estética para poder volver a entrar en Estados Unidos.
   Allí conoce a la rotundísima Russell que baga por la ciudad, de hotel en hotel siendo la amante de una estrella de cine, Vincent Price. El lío está montado, porque Mitchum obviamente no quiere morir, Russell se enamora de él y con la llegada de la esposa de Vincent Price él comprende que aunque no le de el divorcio va a hacer lo que le da la gana.
   En la última media hora Mitchum es conducido a un barco, que es asaltado por Vincent que saliendo de su personaje para ser un héroe real consigue que los huéspedes del hotel, todos americanos, se provean de armas y ataquen el barco. Su película es en este caso real, recibe un disparo y aun así continúa con el juego, con la farsa. Al final todo sale muy bien.
   Desde luego es una mezcla rara. Pero muy bonita al final de todo.
   Gran película.

sábado, 9 de marzo de 2013

Alfred Hitchcock. Rebeca (1940)

   Historia tantas veces contadas que no se sabe cuál es la mejor de ellas. Pero esta, desde luego, es muy buena, quizá la mejor. Una etérea Joan Fontaine asistente de una mujer rica en zona de vacaciones se ve conquistada por un viudo maduro elegantísimo y muy rico, que posee una mansión: Wardervild. El recuerdo de su mujer, Rebeca, está presente en toda la casa, en el servicio, en la ama de llaves, mujer especialmente sombría poco dada a favorecer la convivencia entre los esposos y seguramente enamorada secretamente de él.
   Los acontecimientos se suceden sin que se vislumbre cómo se va a salir del entuerto. Ella, haga lo que haga no consigue que él salga de su marasmo, de su estado de recuerdo permanente, del influjo de su ex-mujer.
   El final es el previsible, su ex-mujer, Rebeca, resultaba ser una mujer mala, tirana emocionalmente, en absoluto enamorada de él, que fallece en un balandro cuando navegaba cerca de la costa. El cadáver aparece levantado sospechas sobre si en verdad fue un suicidio o un homicidio. Un juicio, un amante, una historia lúgubre para olvidar. El cariño y la paciencia de la su mujer consigue que reaccione, que sea capaz de encontrar la salida a su propio laberinto emocional, de ser capaz de 'enterrar' definitivamente a su mujer, amable y encantadora con todos, el servicio incluido, pero sumamente dura con su marido. Un incendio, el incendio, Wandervild, la casa de los recuerdos, el lugar de otro amor, la purificación por el fuego, volver a empezar. El tesón, el cariño y la paciencia de su mujer, no llamada a estas lides pero muy enamorada de él, consigue la catarsis. Arrasada la casa, enterrada su ex-mujer, y muerta en el incendio el ama de llaves, sólo queda empezar de nuevo, en otro sitio, una nueva vida, un nuevo amor.

§ 3.556. El orgullo de los marines (Delmer Daves, 1954)

John Garfield y Eleanor Parker, una pareja absolutamente brillante, sobre todo ella. Él tiene una fisonomía más normal, unos cánones de bell...