Una de cine negro de Quine, que ese mismo año hizo otra que vi el otro día y me pareció prodigiosa "La casa 322", que, en líneas generales me ha parecido mejor que esta película.
La temática cumple todos los cánones de película clásica de cine negro. Chica malísima, pérfida y sin ningún tipo de escrúpulo finge que se enamora de un pobre mecánico aficionado a las carreras de coches para intentar que conduzca en un atraco que pretende dar la banda a la que pertenece.
Mickey Rooney y Dianne Foster son los protagonistas. A él le he visto muchas cintas, a ella, a pesar de que pensaba que no la había visto mucho lo cierto es que sí he visto unas cuantas de las veintidós que rodó. Chica guapa, muy de la época, fina y con cintura de avispa. De movimientos suaves y alma de corcho.
No tiene la fuerza de la cinta de Quine referenciada, pero se deja ver. Es algo empalagosa en su primera mitad, sobre todo porque el romance es sumamente artificial. Se nota en exceso el poquísimo interés que tiene la chica por él y lo bobalicón que es él. De una cierta pena.
Mejor Rooney que Foster. Más en el papel.
La música es intrusiva de verdad, no deja de sonar en ningún momento. A veces interrumpe demasiado la historia. El guión es el del propio Quine y de un tal Blake Edwards, director luego de películas magníficas.
El resultado es previsible, y aun así entretiene y es bonita de ver. Me gustan este tipo de cintas, son las que más me gustan. Nunca pensé que Quine pudiese rodar este tipo de cintas tan singulares. Quizá fuese una exigencia del estudio, una imposición, aunque ya había rodado antes. Probablemente se dejó llevar por la moda, por lo que se llevaba en aquellos años. Luego no volvió a rodar cine negro, pero sí es cierto que en algunas películas, ya lo aprecié así en Un extraño en mi vida, los recursos dramáticos parecen caminar por esa senda.
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