Es considerada un Kurosawa menor. Quizá no podía ser de otra manera tras Los Siete Samuraís del año anterior, un éxito de crítica y público que disparó su prestigio y le hizo entrar en el Olimpo de los directores más importantes. Sin ningún género de dudas uno de mis cinco directores favoritos.
La propuesta es interesante, abiertamente antibelicista, pero no en una película de guerra, como suele ser habitual en los escenarios más beligerantes. Es antibelicista civil, con una trama que no trata de la eliminación de la guerra, ni tonterías parecidas.
Además es evidente la lucha generacional que plantea, que, supongo, en Japón será más cruda que en Occidente Europeo bienpensante. Las tradiciones pesan más allí y el respeto a la familia se tiene más a gala.
Es interesante cómo evoluciona el tribunal arbitral sobre la pretensión del padre de familia de viajar y establecerse en Brasil. Al principio parecía que era una especie de locura y que todo se iba a decidir rápidamente. A medida que se estudia el caso, se reciben testimonios de los hijos y de él mismo se va formando una idea colectiva de que el miedo a la bomba atómica no es ilusorio o fingido, sino real. Todos en Japón experimentaron ese miedo, en mayor o menor medida. Y eso es, precisamente, lo que quiere denunciar.
Me ha gustado mucho. No tiene la relevancia de otras cintas suyas, pero es muy interesante y, la verdad, tan buena como cualquier de las suyas. Toshirō Mifune y el gran Takashi Shimura componen el elenco principal. Casi nada. Dos de los actores que se asocian tradicionalmente a Kurosawa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario