Absolutamente maravillosa cinta de cine negro negrísimo, de un director del que no imaginaba que rodaría este tipo de cine.
El inicio de la película es impresionante, sobre todo por la aparición de Kin Novak, una belleza más allá de lo común. Una luminosidad en la cara, una forma muy femenina de mover el cuerpo, una sensualidad en la mirada, en los gestos. Realmente una mujer guapísima, de pasiones encendidas, de alto voltaje.
Me ha sorprendido lo bien que se ve Fred MacMurray a su lado. Alto, varonil, seguro de sí mismo, guapo, serio pero formal. La pareja funciona perfectamente.
Una tan guapa como Novak Dorothy Malone y el siempre eficaz E. G. Marshall componen el resto del reparto.
Una trama previsible pero interesante. Atraco, refugio, pasión y amor.
Es todo un canon de película. Es como las películas de cine negro deben ser. Al grano, dura, seca, ambiciosa. Nunca se sabe hasta qué punto un hombre va a ser capaz de mantener sus principios, sobre todo si nunca ha experimentado la sensación de poder burlar la ley para favorecerse a sí mismo. Ése es el tema, y cómo las mujeres fatales son capaces de hacerle perder a un hombre decente la razón hasta convertirlo en una piltrafa, un pingajo, un engaño. Convertir a un hombre en algo que no es puede pretenderlo una mujer por 'deporte' o por necesidad. Si es por lo primero y el hombre no se da cuenta es un imbécil, un paleto, un idiota. Si efectivamente se da cuenta es un perdido. Pero si es por lo segundo el hombre puede llegar a dudar si le quieren como instrumento o como fin. Y es este punto el que explora la cinta, sirviendo como contrapunto la afectuosidad que el otro policía mantiene con la vecina. Ingenioso recurso, que funciona perfectamente.
Me ha encantado la cinta.
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