Cine negro de un clásico del género. Un grande, Curtiz. Uno de los directores más reconocidos de todos los tiempos.
Tema muy sugerente, diálogos inteligentes y una atmósfera muy cuidada. Gran formato con actores punteros de la época para un resultado interesante, sin más.
Un poco enredada pero interesante. Le cuesta plantear las cuestiones principales, y aun así hasta que avanza en el metraje no coges el tema. Una muerta que aparece, un asesinato de una secretaria de un guionista de historias de crímenes para la radio.
El asesinato como una bella arte. La pérdida de memoria de la pupila del protagonista nos sitúa en esos escenarios tan propios del cine de aquella época.
La obsesión por el cuadro recuerda, inevitablemente, a Laura (Otto Preminger, 1944). Utilizar a Claude Rains otra vez después de Casablanca (1942) sólo puede verse como un intento de repetir el éxito. Pero en la cinta mítica el peso de la película no lo llevaba él y en esta sí. Y se nota la diferencia. Una cosa es ser actor principal y otra ser secundario.
Me ha gustado pero pertenece a ese tipo de cintas que podrían haber sido totalmente redondas y hay algo que le falta. No sé qué es. Pero algo le falta. Probablemente sea un problema de montaje, de estructura interna, de presentación de las cuestiones que van surgiendo.
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