Una película más convencional que otras del director sueco. No tan cerrada y circular. Una trama más 'desarrollada', más lineal, menos pétrea. Y cuando narra de esta manera me gusta menos que cuando es más él.
Pero esta cinta es de las más interesantes. El guión podría estar firmado por Turgeniev. El recuerdo del amor de verano, de las primeras emociones afectivas de ese juego, la virginidad de los afectos y las ilusiones de la vida. La apreciación retrospectiva de lo que fue quizá es más bonita, en realidad, que la propia experiencia vivida. Porque la infancia no siempre es ese lugar idílico que nos muestran las películas. Es cierto, sin embargo, que recordarlo, vivirlo de nuevo, tiene una potencia emocional reconfortante.
Pero no es de las películas que más me han gustado de Bergman. De él espero otra cosa. La turbiedad de la locura, la esquizofrenia de las rupturas, el recuerdo de la culpa y la violencia del deseo. No una historia de amor juvenil y su edificante recuerdo. Siendo una cinta bonita no es lo que yo espero de él.
Tengo a esta etapa de Bergman como de aprendizaje del medio. Quizá sea Noche de circo (1953) su primera película 'distinta', donde comienza a explorar otra forma de narrar, de expresarse. Y a partir de hay comienzan lo que considero su mejor etapa, que dura treinta años...
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