sábado, 17 de abril de 2021

§ 2.354. A merced del odio (Seth Holt, 1965)

Aterradora Bette Davis. No sabes exactamente por qué, pero intuyes que algo pasa por la cabeza de la niñera, turbio y sombrío, maligno. Y nada parece indicarlo. En la primera media hora todavía no ha mostrado su faz, su cara, pero hay algo que no funciona bien en ella.
El desarrollo de la historia es muy sucio. La hija del matrimonio fue asesinada y el niño menor fue acusado de ello. Pero él dice que no fue, que nada tuvo que ver.
La madre, por supuesto, acabó desequilibraba con toda la historia. El marido es secretario de la Reina y tiene una vida laboral intensa, con viajes y demás. La niñera es la auténtica dueña de la casa, quien gobierna vidas y hechos de todos los miembros de la familia.
El envenenamiento de un pastel de carne lleva a la madre al hospital y es llamada su hermana, la tía del niño, que sufre del corazón. Todo parece indicar que se va a desencadenar una tragedia.
El resto del reparto lo forman: William Dix es el niño de la familia acusado de matar a hermana, Jill Bennett es la madre, James Villiers es el padre, siendo los demás del reparto: Wendy Craig, Pamela Franklin, Maurice Denham, Jack Watling, Alfred Burke, y Nora Gordon. 
Actores menores en comparación con el monstruo que es la Bette Davis, que en lo sesenta interpretó tres películas de "miedo": ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), y Canción de cuna para un cadáver (1964) ambas de Robert Aldrich, y ésta. Una trilogía que es una especie de canto del cisne de un prodigio interpretativo como ella.

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