sábado, 5 de mayo de 2012

ALBERT CAMUS: El mito de Sísifo, Alianza Editorial (Biblioteca Camus), 10ª reimp, Madrid, 2011.

     Si es fascismo se cura leyendo, como suele leerse en algunas de las pintadas callejeras, bien es cierto que cerca de recintos universitarios -yo al menos en dos ciudades distintas lo he visto en estos lugares-, El extranjero de Camus debería ser lectura obligada. También otros, especialmente La Muerte en Venecia, para algunos que otros que piensan, que siguen pensando, que la homosexualidad es un problema constitutivo de la naturaleza, una aberración antinatural que limita con el pecado y con la prostitución, como algún que otro imbecil purpurado estos días proclama desde los púlpitos de toda la vida, desde los de las iglesias.
     El mito de Sisifo recoge varias ensayos sobre lo absurdo y el suicidio. De manera circular se proyecta una lupa de aumentos exponenciales sobre ambas cuestiones, con el proposito de hacer pensar qué es y qué no es lo absurdo.
     Compré el libro por el último ensayo que contiene la compilación: "La esperanza y lo absurdo en la obra de Frank Kafka". Y me ha decepcionado. En principio el tema del suicidio no me sugería gran cosa. No ley ya con esta edad escritos que no me agraden. Lo de Kafka era diferente. Y me ha decepcionado. No por la forma, siempre impecable, siempre canónica, sino por el fondo: demasiado pueril, infantil, demasiado automático... Son un conjunto de reflexiones sobre la obra de Kafka y su significado sin mucha coherencia interna, un escrito realizado por el autor de manera automática, como si de un actual Blog se tratase. Escrito recuperado años después de la publicación del libro original, en el que no se incluía éste. No me ha desvelado ninguna clave, ninguna nueva perspectiva de Kafka, ninguna nueva óptica. En algunos momentos me ha sido incluso muy difícil seguirle en la madeja de ideas encadenadas que plantea. En definitiva, un escrito muy alejado de sus mejores páginas.

JOEL y ETHAN COEN: Barton Fink (1991)

     No me ha gustado especialmente. Es, probablemente, una de sus peores películas. Un ensayo sobre Holywood y sus escritores en los comienzos de la industria. Un obsesivo escritor de teatro es contratado en la meca del cine para hacer guiones de películas de serie b. Vive en un hotel un tanto macabro, que parece el infierno por el calor que hace, y conoce a un vecino que dice ser vendedor de seguros pero que, en realidad, es un asesino psicópata que corta las cabezas de sus víctimas sin demasiadas contemplaciones.
     Un escritor famoso bastante aficionado a la bebida, que a mi me ha recordado a Faulkner, a las imágenes y fotografías que tenemos de él, casado con una secretaria componen el collage de personajes.
     El asesinato de ésta en la cama de Barton de manera salvaje termina por descomponer su raquítico y menguado equilibrio interior. La policía, las sospechas del vecino, la vuelta de éste, el incendio en el hotel, la huida... la foto de la chica en la playa. ¿Donde se encuentra, en un sueño, en una realidad?, quién lo sabe...
     Es la película que menos me ha gustado de esta factoría. Se deja ver, con esos planos tan particulares, esa atención por el detalle que me recuerda a Fuller en "A bayoneta calada" y esa imagen de las caras de los soldados tan peculiares, tan dramáticas, tan directas. Turturro y Goodman muy bien, en sus papeles, dramáticos pero contenidos. Buscemi es para echarle de comer aparte, figura en los créditos pero no creo que intervenga ni tres minutos de metraje. Es su actor fetiche, junto con Turturro y por ahí se explica su presencia.

martes, 1 de mayo de 2012

VICENTE AMORIM: Good (2008).

     Buena película. Una trama bien desarrollada, con un formato clásico y con actores más que decentes. Viggo Mortensen es un brillante profesor de literatura que ha escrito una novela sobre la eutanasia y la muerte digna. Elevada a la categoría de mito por el régimen se le pide que participe en el proyecto elaborando un ensayo más profundo sobre el tema... Luego vendrán otras colaboraciones, y su ascenso a la cúspide del poder institucional en el ámbito cultural del régimen.
     Dos circunstancias ayudan a que dé un paso que, en principio le repugna: abandona a su mujer y se enamora de una alumna rubiamente aria, y su madre postrada en la cama por tuberculosis enferma gravemente. La propéridad llama a su puerta, mientras su amigo psicoanalista judio baja a los infiernos de la persecución y proscripción personal y profesional. Al final no puede ayudarle a salir de alemania, como parece que era su intención después de la noche de los cristales rotos.
     El tema en sí es sugerente. Desde siempre, pero más recientemente desde hace pocos años, se han alzado voces que denuncia la hipocresía de la clase media alemana de la época, que miraba para otro lado cuando los nazis detentaban el poder. Esta película pretende exponer parte de esa cuestión, desde los ojos de un intelectual comprometido con los valores sagrados del respeto a los demás y a la literatura.
     Dos detalles me gustaron mucho. El envejecimiento progresivo del protagonista, que poco a poco va perdiendo la lozanía en su cara y se le va afilando el mentón y la barbilla. Buena caracterización.
     Y el segundo es cuando los nazis entran en la Universidad y queman los libros en el patio de la misma. Me recuerda a la foto que tengo colgada en el despacho.

ROBERTO BOLAÑO: El Tercer Reich, Anagrama, Col.: Compactos, Barcelona, 2012.

     Estoy demasido mayor y me quedan tantas cosas maravillosas por leer que me da coraje haber invertido unas horas en leer algo que no me gusta. Ya no tengo reparo alguno en abandonar un libro si veo que su lectura no me lleva a ningún sitio.
     No sé qué se le ve a este chico... La novela es pésima. Yo diría que inacabada. Una trama indescifrable, circular pero poco edificante, poquísimo estilismo en la narración, personajes muy poco caracterizados...
     Tendré que leer algo más del autor, pero desde luego me ha decepcionado. No está a la altura de la propaganda que se ha hecho de él.

lunes, 30 de abril de 2012

ROY ROWLAND: El único testigo (1954)

     De factura impecable, rodada con maestría, excelente música, muy buenos diálogos, bien ambientada, vestuario más que decente, y con una Barbara Stanwyck estelar, con una interpretación soberbia, contenida pero firme. Muy en la línea del gusto de la época.
     Dos aspectos conviene resalar. El primer es la magnífica música que acompaña toda la película, tan buena como cualquier otra de cualquier película de cine negro. Intensa, con buen sonido, emotiva, y cambiante según la intensidad dramática lo requiera.
     El segundo aspecto es el tratamiento de la luz, de la poca luz que a veces, a lo mejor demasiadas, ilumina la cara de la protagonista. Esa forma de tapar con sombras la cara e iluminar sólo el rostro es muy característico de la época.
     Me ha gustado mucho también George Sanders en su papel. No le tenía yo por un gran actor, pero lo hace bastante bien.
     La trama es casi lo de menos, una de policía bueno enamorado de la chica que cree haber visto un crimen en el edificio de enfrente, pero las pruebas no lo corroboran así.
     Obviamente tiene que gustarte el género, pero si es así enamorará... Desde luego la elevo a la categoría de película más que interesante, aunque habrá que verla otra vez para confirmar esta intuición. Junto con "Chantaje a una mujer" recientemente vista, las mejores del año.
     Un detalle sin importancia, pero que puede ser curioso. Aunque todos los apartamentos y edificios de la época parecen iguales, estaría por apostar que la escena de "Perdición" que se desarrolla en el pasillo, cuando se abra la puerta hacia fuera (inaudito) y se esconde la protagonista (también Stanwyck) detrás de ella, es en el mismo escenario del pasillo donde el asesino guarda el cadáver... A lo mejor no, pero por las fechas puede coincidir.
     Otro detalle bonito es fijarse en los vestidos de la protagonista, que hace un desfile impresionante de ropa clásica, con faldas con mucho vuelo ajustadas a la cintura y jerseys ajustados en una talla imposible.
     En fin, una muy buena película, quizá demasiado corta, sólo 79 minutos, que merecía algo más de metraje, a diferencia de las de la época actual, en la que, en general, sobre metraje, porque son de pero calidad.
    

domingo, 29 de abril de 2012

BILLY WILDER: En bandeja de plata (1968)

     Todos deberíamos ver varias veces al año todas las películas de Wilder. Todas. Sin excepción. Esta en concreto, aun no siendo una obra maestrísima es sensacional. Rodada probablemente en el mismo lugar que El Apartamento, recrea con suficiencia la clásica parodia de enredo emocional del protagonista con su ex-mujer y, sobre todo, el fraude que plantea el cuñado a la agencia de seguros. También, aunque en menor medida el sufrimiento del jugador de Futbol Americano, negro por supuesto.
     No es Perdición, ni El crepúsculo de los Dioses, ni El Gran Carnaval, ni Testigo de Cargo... es decir no pertenece a las películas negras... Pero tampoco es Un, dos, tres, ni Avanti, ni Con faldas y a lo loco, ni Primera Plana; es decir, tampoco es, dentro de comedias, de las mejores. Pero vamos, es muchísimo mejor película que cualquiera actual que pretenda divertir.
     La pareja Lemmon / Matthau es de una fuerza descomunal, parecen el punto y el contrapunto, el bueno y el malo, el guapo y el feo... Fórmula más que exitosa hasta la muy mala Aquí un amigo. Seguramente la mejor pareja cómica de la historia del cine.
     En definitiva, muy buena película, de grado medio en la carrera de las carreras de directores de cine. De aquel de quien decían que en la cabeza tenía cuchillas de afeitar. De a quien dejaron los estudios un despacho durante 25 años para que acudiese después de su único fracaso, la última película citada, por ver si era capaz de idear nuevas estrategias de diversión cinematográfica.
     Dicen que en las películas de Wilder hay mucho de autobiográfico. No sé cual puede ser el rasgo en esta película.
     Me hicieron gracias dos planos. El del médico austriaco que sólo decía "fraude" en el análisis del lesionado cameraman, muy parecido a aquel otro grito de "invertido" de Primera Plana. Y el último diálogo en el campo de juego con el jugador amargado, cuando decía que veía dos...

sábado, 28 de abril de 2012

CLINT EASTWOOD: Banderas de nuestros padres (2006)

     Aunque por momentos es épica y tiene algo que engancha no es una película redonda. Historia real de la batalla de Iwo Jima, el desembarco de los marines y la toma de la isla en una cruentísima batalla que se recordará, más que nada, por la historia de la bandera, alzada en lo alto de la colina de la isla el quinto día de batalla. Se tardaron 40 días más en ganarla completamente.
     Tres muchachos alzan una bandera de barras y estrellas en lo alto de la colina. Son inmortalizados con una foto de un periodista, y utilizados todos por el gobierno para estimular a la población civil para que compre bonos patrióticos, bonos para sufragar los gastos militares.
     Hábil mezcla de escenas de guerra con lo acontecido con posterioridad, y buen retrato sicológico de uno de los personajes, un indio protagonista en la batalla.
     Lo característico de la historia de la bandera es que casi un fraude. Por dos razones. Da a entender que   esa bandera se ha puesto al finalizar la batalla, como acto último de sumisión del enemigo. Como si ya fuese territorio yanki. Y no es así, se puso el 5 día de una batalla de mes y medio. Y, en segundo lugar, porque la foto no es la primera que se hizo. Antes se había colocado otra bandera, que un capitán o general quiso llevársela. Hubo que colocar otra segunda, que es la de la foto.
     Propaganda bélica en estado puro, que el director intenta desmenuzar sin conseguirlo del todo.
     No es una mala película, pero que nadie busca algo parecido a Mystic River, o Sin perdon, nada que ver con Medianoche en el Jardin... Algo más parecido a Poder Absoluto y cosas por el estilo. Ni siquiera alcanza a su posterior Invictus...
     Los que gusten del cine bélico tampoco encontrarán nada satisfactorio el film, pues carece, adrede naturalmente, de ese componente épico tan característico de la industria del entretenimiento cinematográfico norteamericano.

§ 3.378. Los ojos de la noche (Jesús Franco, 1970)

  Algo hay que reconocerle a Jesús Franco, la capacidad de montar proyectos, películas, y lanzarlas al mercado. Le tengo fichadas 156 pelícu...