domingo, 3 de febrero de 2013

DMYTRYK, Edward. La mano izquierda de Dios (1955)

Un sacerdote con una pistola es una imagen muy gráfica de lo que es la película. Aparece en el pueblo en la China de mitad de siglo y todo el mundo le supone sacerdote cristiano. Actúa como tal, delante de toda la comunidad, escucha a los niños y les enseña a tocar el piano, trabaja con todos, evita los abusos de los mascas locales...
Evidentemente no era sacerdote, había huido de un cautiverio más o menos forzado al que le sometía un mafioso local. Era aviador y su aparado había sido derribado. Secuestrado por el mafioso para convertirlo en su mano derecha en la extorsión que practica habitualmente entre las gentes de la zona.
Todo va bien, sólo hay un problema, una enfermera local se enamora de él, del sacerdote, es Gene Tierney, con esa belleza enigmática tan suya. Al final tiene que abandonar la comunidad porque llegan otros párrocos, pero se decide no desvelar su engaño: ha actuado como un auténtico sacerdote y no merece la pena destrozar a la comunidad. Sin embargo él sí le dice la verdad a la enfermera, que finalmente no se va con él.
Buena película, de un director interesantísimo...

sábado, 2 de febrero de 2013

DMYTRYK, Edward. A siete millas de Alcatraz (1942)

  Película claramente propagandística pero muy bien rodada. De trama fácil y concreción de las bondades y maldades de los protagonistas con total rapidez.
   Dos presos se acaban de escapar de Alcatraz y se refugian en un faro que se encuentra a medio camino entre la playa y la prisión. Allí viven un retirado militar con su hija y un ayudante. Uno de los presos es aficionado a los crucigramas y detecta un mensaje en clave que un submarino alemán ha mandado a sus contactos en tierra. El desembarco en la bahía de San Francisco es una realidad. No. No tan deprisa, pues aunque los alemanes de tierra han desembarcado en el faro y retienen a sus tres ocupantes y los dos presos, éstos son capaces de desembarazarse de los nazis, detenerlos, avisar a tierra del pastel y abortar la misión. Por ello reciben el perdón de la sociedad.
     De las primeras películas de Dmytryk pero muy bien estructurada. Realmente muy bonita de ver. Gran entretenimiento.

PARRISH, Robert. Destino Budapest (1952)

     La colaboración de Parrish con Phil Karlson (el auténtico rey de la serie B), también director de esta película, y dos muy buena interpretaciones de Dana Andrews y George Sanders (para mi después de esta película y Mientras Nueva York Duerme siempre jefe de redacción de un periódico) hicieron una muy buena cinta.
     La historia es sencilla. Un periodista norteamericano afincado en París trabaja para la edición europea del New York Times. De Budapest se ha escapado un preso político, y el corresponsal allí sufre un infarto. Dana se encamina tras el telón de acero por dos razones, para comprobar qué ocurre allí y cómo transcurre la enfermedad del corresponsal pero también porque una oriunda de allí ha salido del telón de acero y no quiere volver.
     Peripecias varias, el primer ministro empeñado en fastidiar al corresponsal hacen que se le acuse falsamente de espionaje y se falseen las pruebas de una confesión que no ha hecho. Al final sólo queda intercambiarle por el auténtico preso escapado de allí, cosa que se hace, para regocijo de todos menos del que vuelve a Hungría, que curiosamente trabajaba en el periódico.
     Buena película, entretenida y sumamente agradable de ver. Dana Andrews para tener la expresividad de una caracola, la versatilidad de un caracol, y la profundidad emocional de una berenjena, es un gran actor. Es curioso cómo determinadas caras, sólo por sí mismas dan buena perspectiva delante de la cámara, y otras más expresivas en principio, no tanto.

martes, 29 de enero de 2013

Jesús Carrasco. Intemperie, Seix Barral, Barcelona, 2013. 221 pág.


     Magnífica novela. Cuatro personajes: el niño, el cabrero, el tullido, el aguacil y el colorao (que no dice ni una palabra). Sin nombres propios, sin localizar el lugar de desarrollo de la novela, aunque con total seguridad es el páramo extremeño, probablemente La Siberia, y sin datar los acontecimientos temporalmente, aunque desde luego es el siglo XX, pues aparece una motocicleta y por su descripción difícilmente pudiera ser de otro siglo.
     La capacidad de embaucar con las palabras, esa magia que pocos autores consiguen, es directamente proporcional al dominio que se tenga de la técnica literaria. En este caso completamente nueva, y por eso magnética. Nada de atrezzo, de perifollo, nada complementaria. Todo esencia, principal, argumentos, pensamiento, literatura.
     No expone qué ocurre de manera clásica, sino que prescinde de todo lo que pudiera localizar o temporalizar la novela. Porque es una historia intemporal, de iniciación a la vida adulta, de asunción de la propia identidad, de fortaleza en la duda, de comprensión del propio futuro.
     Un niño, sin nombre, sin fechas, sin lugar, se esconde de una partida que le sigue, encabezada por su padre y por el aguacil. Ha huido de su casa, podemos imaginar por qué, pero no tenemos constancia de ello. No sabe dónde va, pero ha asumido que permanecer en el hogar constituye un quebrando de su propia identidad. Podemos intuir abusos sexuales, o incluso sadismo infantil, pero no estamos convencidos, el autor no lo oculta, en realidad da igual...
   El páramo que tiene por horizonte le impone realizar planes de huida, y mucho menos llevarlos a cabo. Atravesarlo por el día es imposible, el calor achicarrante de la planicie imposibilita esta encomienda. Es la noche su aliada, una noche sin luna, cerrada, oscura, como su futuro.
    Después de varias peripecias en la escapada conoce al cabrero, viejo encargado de un puñado de cabras que pastan en los pocos prados que hay en el terreno yermo. Le protege, sin preguntarle nada, le ayuda sin pedir nada a cambio, quizá solamente compañía, le enseña lo básico de la vida. Pero les sigue el aguacil, que golpea salvajemente al anciano para que coopere. Consiguen zafarse de él, y llegar a una casa de pueblo habitada por un tullido que pretende delatarle al aguacil para cobrar la recompensa. Violencia otra vez, ahora ejercida por ese adolescente de no más de 12 ó 14 años. Huida de nuevo, teología del escapismo, frugalidad en la comida, escasa limpieza de cuerpos y mentes.
    Asesinado del aguacil y de su ayudante, el colorao, por parte del cabrero, que evita así una escena violentísima del aguacil al niño, probablemente sodomía, quizá únicamente una paliza.
     Hay que llegar al norte en pocos días, las cabras no pueden aguantar sin comer, y el anciano pastor está muy enfermo. Muerte de éste..., y comienza a llover: se ha dejado atrás muchas cosas: el pasado, el miedo, el cobijo de una familia que no lo es, el escaso aprendizaje que deberá ser suficiente para el resto de la vida, y el páramo...
     Me ha parecido sencillamente magistral, estupenda. Hay que seguir a este autor, de Badajoz, para más señas. Sus descripciones del campo y de los útiles de ganadería son estupendos, me recuerdas a los de realizar autopsias de Cristo versus Arizona, de CJC. Y en algunos momentos la descripción de la tierra seca y su dureza me rememora un novela de Steimbech: atormentada tierra.
     Es un autor a seguir, muy de cerca. Para ser su primera novela es una entrada en el mundo editorial por la puerta grande.
    







domingo, 27 de enero de 2013

FRITZ LANG: Más allá de la duda (1956)

   Dana Andrews y Joan Fontaine dan vida a este drama judicial, carcelario ideado como un alegado contra la pena de muerte, que... al final se convierte en su gran justificador, quizá por el giro último de la película al final de la misma que no se comprende muy bien.
    No es de lo mejor de Lang. Desde luego no es Deseos Humanos, o Mientras Nueva York duerme. Pero no está mal la película. Quizá un poquillo empalagosa, pero no desmerece la filmografía de Lang.
    Es una película corta, 80 minutos, y quizá si hubiera tenido más recorrido, unos 120 podría haber explicado mejor algunas cosas. Falta un poco de explicación de cómo se produce el enamoramiento del protagonista con la corista, y cómo se desarrolla el momento en el que se conoce el asesinato de la corista. Pero no es mala película.

TOURNEUR, Jacques. Círculo de peligro (1951)

     Buena película, con un Ray Milland tan soberbio como siempre, templado, sereno y muy enigmático. Los caprichos del destino nos conducen por caminos a veces muy difíciles de transitar, y el encuentro de un amor no siempre tiene trillados los cauces.
     Un norteamericano viaja a Inglaterra por negocios y, sobre todo, para intentar encontrar una explicación a la muerte de su hermano militar enrolado en las fuerzas especiales británicas en acto de combate.
     La trama se enreda en un círculo de silencio en el que nadie sabe dar concretas explicaciones pero en el que queda claro que no todo ha sido tan limpio como parece en esa muerte: fue el único del comando fallecido, se produjo por un disparo por la espalda, cuando la refriega bélica ya había terminado...
     Nadie le quiere decir la verdad, y no se comprende muy bien por qué... Al final la verdad sale a flote, su hermano pretendía un acto de heroísmo en solitario y el capitán de la misión tuvo que reducirle, pues en caso contrario hubieran sido descubiertos todos los miembros y la misión abortada. Pero, y este es el giro vital que señala, al final la vida conmueve al destino y le ofrece un amor.
    Melodrama con dosis de comedia, interesante sin llegar a ser magnífica.

sábado, 26 de enero de 2013

HATHAWAY, Henry. Envuelto en la sombra (1946)


     Buena película de cine negro de un director para mi fetiche. Un artesano de la industria, sobrio, intemporal, poco dado a los excesos pero muy sólido, mucho.
     Esta película sin ser de las mejores es buena. Cine en estado puro. Clifton Webb está casado con una bellísima mujer que le engaña con un apuesto galán, que estuvo entretenido en tema judiciales y mandó a prisión a un detective privado que acaba de salir de prisión después de estar, como se dice, "dos años a la sombra".
     Su plan es bueno, contrato a un 'gordo apestoso polizonte' para que pueda urdir un plan para matar al amante de su mujer, pero echando la culpa al detective, que todo el mundo, incluido la policía, sabe que le juró venganza. Y en estas que el pobre detective se ve envuelto en una madeja que trata de desenmarañar setenta y cinco minutos. Por supuesto su secretaria, con unas piernas de ensueño, le acompaña, ayuda y sostiene en toda la película, pero no como mujer acompañante, sino como efectiva inteligencia aplicada a la resolución del problema, rompiendo, por tanto, un poco los tópicos al uso en la época.
     El papel de Clifton Webb es muy parecido al que hace en Laura de Preminger, unos años antes, en el 44, pero sin el impacto que supuso la obra maestra del alemán. Los demás actores no están mal pero no son soberbios, especialmente poco afortunado se muestra William Bendix, demasiado dulce para un papel tan de duro.
     En definitiva, una película muy bonita, interesante de ver y entretenida.

§ 3.376. El relojero de Saint-Paul (Bertrand Tavernier, 1973)

  Debut cinematográfico de Tavernier, después de dos cosas en colaboración con varios directores. Novela de George Simenon. Intriga, remordi...