domingo, 27 de enero de 2013

TOURNEUR, Jacques. Círculo de peligro (1951)

     Buena película, con un Ray Milland tan soberbio como siempre, templado, sereno y muy enigmático. Los caprichos del destino nos conducen por caminos a veces muy difíciles de transitar, y el encuentro de un amor no siempre tiene trillados los cauces.
     Un norteamericano viaja a Inglaterra por negocios y, sobre todo, para intentar encontrar una explicación a la muerte de su hermano militar enrolado en las fuerzas especiales británicas en acto de combate.
     La trama se enreda en un círculo de silencio en el que nadie sabe dar concretas explicaciones pero en el que queda claro que no todo ha sido tan limpio como parece en esa muerte: fue el único del comando fallecido, se produjo por un disparo por la espalda, cuando la refriega bélica ya había terminado...
     Nadie le quiere decir la verdad, y no se comprende muy bien por qué... Al final la verdad sale a flote, su hermano pretendía un acto de heroísmo en solitario y el capitán de la misión tuvo que reducirle, pues en caso contrario hubieran sido descubiertos todos los miembros y la misión abortada. Pero, y este es el giro vital que señala, al final la vida conmueve al destino y le ofrece un amor.
    Melodrama con dosis de comedia, interesante sin llegar a ser magnífica.

sábado, 26 de enero de 2013

HATHAWAY, Henry. Envuelto en la sombra (1946)


     Buena película de cine negro de un director para mi fetiche. Un artesano de la industria, sobrio, intemporal, poco dado a los excesos pero muy sólido, mucho.
     Esta película sin ser de las mejores es buena. Cine en estado puro. Clifton Webb está casado con una bellísima mujer que le engaña con un apuesto galán, que estuvo entretenido en tema judiciales y mandó a prisión a un detective privado que acaba de salir de prisión después de estar, como se dice, "dos años a la sombra".
     Su plan es bueno, contrato a un 'gordo apestoso polizonte' para que pueda urdir un plan para matar al amante de su mujer, pero echando la culpa al detective, que todo el mundo, incluido la policía, sabe que le juró venganza. Y en estas que el pobre detective se ve envuelto en una madeja que trata de desenmarañar setenta y cinco minutos. Por supuesto su secretaria, con unas piernas de ensueño, le acompaña, ayuda y sostiene en toda la película, pero no como mujer acompañante, sino como efectiva inteligencia aplicada a la resolución del problema, rompiendo, por tanto, un poco los tópicos al uso en la época.
     El papel de Clifton Webb es muy parecido al que hace en Laura de Preminger, unos años antes, en el 44, pero sin el impacto que supuso la obra maestra del alemán. Los demás actores no están mal pero no son soberbios, especialmente poco afortunado se muestra William Bendix, demasiado dulce para un papel tan de duro.
     En definitiva, una película muy bonita, interesante de ver y entretenida.

jueves, 24 de enero de 2013

EDUARDO MENDOZA: El enredo de la bolsa y la vida, Seix Barral, Barcelona, 2012.


     Es evidente que me hago mayor. No es algo que me preocupe especialmente, sé que ocurre y que poco puedo hacer por remediarlo, si es que quiero remediarlo, que tampoco lo creo. Pero sé que me hago mayor porque ya no soy capaz de leer por leer. Y mira que he leído a Mendoza, prácticamente todo, y, desde luego, todo lo esencial. Uno de mis libros favoritos, que he leído tres veces, una de ellas en Roma en los días de mi viaje de novios hasta altas horas de la noche, es La Ciudad de los Prodigios. Pero puede elegir entre los cien más trascendentes para mi cualquier otro de sus buenas obras: La verdad sobre el caso Savolta especialmente.
     No sé porque hace estas cosas Mendoza. No le veo la gracia. No sé siquiera si tiene gracia. Me gustaría encontrar a alguien que afirme que es un gran autor después de Pomponio, y del Tocador de Señoras. Pretende elaborar una especie de comedia ligera, frívola y poco seria, pero a mi juicio se queda en un vil melodrama, o, a lo más, en una especie de literatura automática, que puede gustar a otro tipo de lector, no lo dudo, pero no al que adoraba el costumbrismo contemporáneo de aquellas obras de los ochenta.
     En definitiva, no volveré a leer nada de él de este estilo.

domingo, 13 de enero de 2013

THORPE, RICHARD: El valle de la venganza (1951)

   Burt Lancaster es seguramente el actor más versátil de todos los tiempos. Un físico espectacular, una presencia imponente, una mirada atrayente y una forma de moverse delante de la cámara muy especial. Nada se le resiste: Wester, Melodrama, Cine Negro, policía, ladrón, acosado, acosador... castigado... Militar... Él es la esencia del cine, él es el cine.
   La película es un Wester clásico de los de toda la vida. Ganadero mayor con hijo calavera y adoptado modélico. El hijo embaraza a granjera pero se casa con otra. Los hermanos de ésta entienden que  el adoptado el padre y van a matarle varias veces. Él no deshace el entuerto, entre otras cosas por lealtad al padre. Al final se le tiende una emboscada para matarle de la que escapa casi de milagro. El final con pistolas entre hermanos y la muerte del hijo natural es la obvia consecuencia. Nada más fácil luego que explicarle al padre qué ha sucedido... él ya no lo sabía, desde hace tiempo, que el final de sus hijos sería ese...

MC CARTHY, DANIELl: Sangre Irlandesa (2004)

   En fin, le llaman película, pero es un telefilm... que veinte minutos más malos pasé... hasta que decidí poner una película. Tópico, tras tópico...mala, mala, mala...

sábado, 12 de enero de 2013

FLEISCHER, Richard. Barrabas (1962)

   Sí, es cierto, Anthony Quinn puede soportar cien minutos de metraje continuo él solo en la pantalla. Es cierto. Nunca lo he dudado, pero en esta película es muy palmaria dicha realidad.
   Historia más que interesante la de Barrabas, ideada por Par Lagervit un novel fines de mediados de la década de los cincuenta, quizá 1952 o 1953. Su historia es bien conocida, bandido indultado por el pueblo en vez de Jesús sufre toda su vida por encontrarse a sí mismo negando que presenció lo que presenció e intentando volver a creer en algo en lo que nunca ha creido. Esclavo de una mina de azufre, trabajador del campo, gladiador en el imperio sobrevive a todo, y adquiere fama de hombre inmortal.
   Al final de todo mata a Jack Palance en versión desquiciada de gladiator ajusta cuentas (verle sonreír por cierto, no tiene precio) y es liberado por el emperador el día que roma arde. En su desajuste personal ayuda a la quema de la ciudad al haber entendido, erróneamente, que eso era lo propio que deberían hacer los cristianos. Es arrojado a prisión en donde ellos estás por esta falsa causa y comprende al final lo que Unamuno denominó la agonía del cristianismo. Al final, como no podía ser de otra forma, muere crucificado.
   Buena película producida por Dino de Laurentis, con actores más que interesantes, bien narrada, y convertida con los años en un Peplum interesante.

jueves, 10 de enero de 2013

SIRI HUSTVEDT: Elegía para un americano, Anagrama, Compactos, 2010, 388 pg.

     Pues me ha sorprendido, y para bien. Al principio me pareció una novela de una fuerza terrible, descomunal. Su propósito era titánico: narrar al hilo de un texto que se supone manuscrito encontrado de la vida de un padre recién fallecido, intercalar las historias personales de su mujer y de sus dos hijos, principalmente, uno de ellos siquiatra divorciado, y la otra viuda de un escritor famoso recientemente fallecido a quien la están haciendo chantaje por unas cartas que escribió a su amante, de la que, al parecer, tiene un hijo varón.
     Las primeras cien páginas son estupendas, rápidas, muy bien trazadas, tremendamente fuertes... a partir de ahí la cosa se complica, comienzan a desparramarse letras sin demasiado sentido, se cruzan dos historias de amantes del hijo, una de color y la otra una compañera de trabajo que dificultan bastante la introspección interior que pretende buscar el personaje de la novela a través de la lectura de las cartas de su padre y del secreto que esconden: el enterramiento en la finca familiar de un niño nacido muerto, que sólo muy al final de la novela tiene aparición real.
     Sinceramente, si tuviera ciento cincuenta páginas menos tendría mejor coherencia interna, más estructura de novela de encuentro consigo mismo.
     Tengo que leer más de Siri Hustvedt, a ver si mi apreciación es real o no, si continuo entendiendo que escribe bien pero que sobre actúa, o, por el contrario, que se encuentra en sus justos límites. 
     La fama le llega, no hay que olvidarlo, por ser la esposa de Paul Auster. A mi parecer, de mero aficionado nada profesional en la crítica literaria, no tiene comparación posible. Auster es un autor de talla, de fuste, de verdadero calado. Esta novela es buena, sin llegar a ser brillante, pero se va diluyendo en la retina del lector como un azucarillo en café caliente, mientras que las mejores de Paul son verdadero azúcar glasé: hay que romperlo con la cucharilla para que café está azucarado.

§ 3.376. El relojero de Saint-Paul (Bertrand Tavernier, 1973)

  Debut cinematográfico de Tavernier, después de dos cosas en colaboración con varios directores. Novela de George Simenon. Intriga, remordi...