Una de cine negro clásico de toda la vida. En el duelo interpretativo entre Burt Lancaster y Kirk Douglas no veo claro quién es más potente. Ambos están estupendos. Acompañados de una rompedora Lizabeth Scott y de una no menos bella Kristine Miller.
Dos secundarios de los importantes, Wendell Coreyy y George Rigaud completan el plantel principal.
Rencillas, antiguos problemas no resueltos, socios que engañaron, y la siempre latente posibilidad de desarrollar un escenario de violencia física imparable.
Está bien, la tensión se palpa y la solución parece irremediable. Tiene hechuras de un gran clásico. Aunque no llega a las cotas de otros típicos del género.
Me ha gustado.
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