Al calor de la moda impuesta por el éxito internacional (y sin precedentes) de la película de William Friedkin El exorcista (1973), la industria española no podía dejar pasar la ocasión de hacer una versión "celtibérica show".
El aliciente de Paul Naschy es, sin lugar a dudas, uno de sus valores. Me parece un genio. Como actor, como director, como creador, como cineasta. Alguien no suficientemente reconocido en España. Pasa mucho, no obstante, en este país, tan proclive a machacar a los que valen. Aristofobia lo llamaba Ortega y Gasset.
La cinta reune todos los tópicos de la época: destape, fantasmagoría, algo de thriller, tensión, un punto de morbo y varias rubias de bote.
Me ha gustado. Me parece que dentro de las limitaciones esta bien rodada.
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