Le escuché al Fiscal de los Cowboys que esta película era una joya olvidada, o escondida. Era en una sección, El Cofre del pirata, que luego desapreció. Se trataba de recuperar películas interesantes que habían pasado desapercibidas en su momento pero que verdaderamente eran magníficas.
Generalmente las películas con niños no me gustan, me parecen artificiales y difíciles de comprender. Nunca sé muy bien cuál es el términos adecuado para verlas, si desde su óptica o desde la del adulto con el que se relaciona. Si son cintas en donde sólo intervienen niños directamente no la veo.
Esta verdaderamente es magnífica. Tierna y delicada. Con una trama sugestiva e interesante, rodada con verdadero tino y sensibilidad. Sólo como lo hace un grande como lo es Reed.
Ralph Richardson está espléndido, íntegro, lleno de energía contenida y cautivador. Michèle Morgan es su amante, una actriz que le he visto menos. Y la tercera en discordia es Sonia Dresdel, que no la recuerdo en ninguna película (sólo participó en diez).
El niño es Bobby Henrey, que tampoco le recuerdo en ninguna cinta, porque sólo hizo ésta cinta.
Me ha gustado mucho. Puede pasar por un gran clásico. Escenario, atrezo, guión, música, fotografía y esa vaporosa atmósfera que sólo las grandes películas consiguen. Los planos y encuadres son magníficos, el tono de sinceridad del niño, de verdadera inocencia, encaña a la perfección con el esfuerzo que hace el protagonista para ocultar su idilio con la querida. Es una verdadera ternura.
El descubrimiento de la verdad le hará crecer a toda velocidad, dejando de ser quien es
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