En esta película, no así en otras, noto mucho que el tránsito del cine siente al sonar tuvo más dificultades de las que provoca únicamente la incorporación de la voz. Y se nota en dos aspectos. En primer lugar, en la cantidad de música, prácticamente durante toda la cinta, también cuando se habla o se articulan diálogos. Y, en segundo lugar, por la estructura de los planos, siempre fijos, con poco movimiento y en un plano medio que no juega con cambios de orientación o de zoom. Una estructura fílmica más primitiva, menos desarrollada, más primaria. Pero lo que importa, en el cine y en la vida, es si es bello o no. Y el resultado sí lo consigue. Es bello. Tiene gracia, es interesante y, en definitiva, se deja ver y es agradable. El blanco y negro es muy poco consistente, pero no está deteriorado, aunque tiene por momentos granulaciones blancas.
La pareja Dolores del Río y Joel McCrea tiene química, especialmente debajo del agua. Escena my atrevida que quizá no hubiera salvado el Código Hays que se implantó el siguiente año.
Me ha gustado mucho y me gusta mucho King Vidor, un director claramente a reivindicar. Maestro de maestros.
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