Segunda película de De Palma y creo, sinceramente, que todavía no sabía dónde quería ir. Tiene la frescura de una cosa nueva, con cierto aire experimental, tanto en el funcionamiento de los actores como en el guión o en los encuadres o los planos.
Además en esta cinta en concreto hay una cierta confusión. Realmente no se sabe qué dice o qué quiere decir. No se sabe si estamos ante un cine experimental o si, por el contrario, pretende romper las costuras del cine ortodoxo desde la disidencia. Porque tengo a De Palma como un director absolutamente canónico, ortodoxo, incluso clásico.
Pero esto tiene ese punto transgresor que en su momento era frescura pero que cincuenta y cinco años después ha quedado totalmente enfrascado en un tiempo y lugar, en un momento. Ha envejecido fatal y no ha gustado especialmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario