martes, 14 de julio de 2020

§ 2.022. - El silencio (Ingmar Bergman, 1963)

    Dos mujeres van en un tren con un niño, atravesando un país que no es el propio, probablemente en guerra, pues por la ventana el menor ve las sombras de otros trenes que pasan en los que se dibuja la silueta de tanques.   
    Se detienen en un hotel a descansar porque una de ellas (Ingrid Thulin) se encuentra enferma. La otra mujer (Gunnel Lindblom) se echa la siesta con el niño después de tomar un baño. Mientras la enferma fuma y bebe alcohol mientras oye la radio.
    El país no es Alemania, porque ella le pregunta al recepcionista de planta si habla alemán cuando le llama para pedirle más alcohol. La ciudad se llama Timoka (dice la madre creer cuando se lo pregunta el niño a la mitad de la película).
    Nada se sabe a los veinte minutos ni sobre el motivo del viaje ni sobre la relación de las mujeres entre sí, ni de éstas con el niño. El niño parece ser hijo de la mujer no enferma. Ocupan dos habitaciones conjuntas unidas por una puerta comunicante. La mujer enferma después de beber de nuevo se echa en la cama y se masturba.
    El niño juega por los pasillos del hotel, que parece muy grande y en el que no parece haber mucho movimiento de clientes, más allá de una compañía de circo formada por enanos. También se ven cuadros enormes en las paredes del hotel que parecen representar escenas bíblicas.
    La mujer que parece la madres del niño decide salir a la calle. La otra tiene una especie de colapso nervioso cuando se lo comunica y pide ayuda al recepcionista del hotel pare que la ayude a meterse en la cama y pasar la borrachera, porque ha bebido con el estómago vacío. 
    Siguen sin conocerse los motivo de viaje de las dos mujeres.
    El niño dice a la mujer enferma que si puede ir a ver a la abuela cuando lleguen. Parece que las mujeres son hermanas y van a llevar al niño para que pase un tiempo en casa de la abuela. Pregunta el niño si va a ir papá a verle, y la mujer le dice que no sabe, que cree que sí, pero que no lo puede averiguar. El niño se refiere a la mujer que ha salido a la calle como "mamá". La señora ha salido claramente a ligar, a alternar. Va a una cafetería, luego a una especie de teatro donde ve a los enanos representar su papel, su representación. 
    En el teatro presencia cómo una pareja hace el amor y abandona el teatro. Es pleno día. Pasea por la calle y vuelve a la cafetería de antes, mirando al camarero con deseo. El niño mientras tanto juega con el recepcionista del hotel, que le enseña unas fotos con añoranza y finalmente se las entrega. La madre regresa a casa y se lo encuentra en un pasillo del hotel. Se mete en la habitación y se asea en el baño. Tiene el vestido manchado en las parte de atrás. La hermana entre en la habitación con una mirada lúbrica.
     Tienen una rara conversación en la que le dice la madre a la hermana "pensar que hasta hace no tanto te tenía miedo".
      El niño pregunta cuándo van a volver a casa, y la madre le dice que mañana. Le pregunta el niño si la tía Esther va a ir con ellos. La madre le dice que no sabe. La madre se llama Ana.
    La madre dice que va a salir de nuevo a la calle. Ya es de noche. El niño abandona la habitación y entre ellas hablan. Esther le pide más detalles y ella le dos dos versiones: que ha hecho el amor en el teatro y que lo ha hecho en una iglesia. Ninguna de las dos se ha visto en la película, pero ambas pueden ser creíbles. Por eso tiene manchado el vestido. Sale finalmente y ve al camarero de la cafetería en el pasillo del hotel. Entras los dos besándose en la habitación y practicas sexo. El niño está fuera oyendo a los amantes.
    El niño mira por la ventana y ve un tanque, un carro militar. Se encuentra en la habitación de la tía, porque en la de la hermana está ella haciendo el amor con el camarero de la cafetería. El niño intenta distraer a la tía con marionetas que hablan un idioma raro porque una de ellas está enfadada con la otra. 
    "Qué bonito es el que no podemos entendernos" le dice Ana al camarero después de hacer el amor. Y le añade "Ojalá que Ester estuviera muerta".
    Ester es traductora, pero no conoce el idioma que hablan en el país en el que están, que no puede estar muy lejos pues llegan a su país al día siguiente. El niño le dice a Ester que ha visto a Ana en la habitación besándose con un hombre.
    Esther entra en el cuarto de Ana y esta provoca que le vea besarse con el hombre. Esther parece sufrir una decepción, un proceso de celos y de cólera contenida. Ana disfruta con la situación. La conversación entre ellas dos es dura. Ana acusa de Ester de detestarla de sentirse superior. Eshter la acusa de sentir odio hacia Ana. Y de alguna manera insinúa una relación impropia con el padre común de ambas. Ana ya no siente deseo por el hombre, le ha utilizado para darle celos a Esther, para hacerla daño.
    Los enanos vuelven de su representación vestidos con los trajes que han utilizado. Po la forma de hablar parecen españoles. 
   Cada una de ellas se encuentra en una habitación diferente del hotel, comunicadas entre sí. Parece un relato sobre la incomunicación, la distancia. 
    Es una extraña reflexión sobre el deseo y el sexo. Parece que la hermana enferma está enamorada de la sana, de la madre del niño, pero no lo explicita de ninguna manera, no lo exterioriza. Hay, desde luego, una atracción sexual de Esther hacia Ana, quizá correspondida tiempo atrás, pero que ahora no tiene juego, no funciona, algo se ha roto en su relación. 
    Arte y ensayo. Teatro experimental llevado a la pantalla. Muy Bergman, muy intelectual. Sumamente atrayente. Esta sí la reconozco yo como de Berman, si circulan por ella sus obsesiones y sus lamentos, sus temas: el sexo, el deseo, la incomunicación, la pareja, la fidelidad, las relaciones familiares.
    Es probable que en la relación que tuvieron las hermanas entre sí en el pasado hubiera algo de sexo. Sobre todo porque veinte minutos antes le comentaba Ana a Ester que en una ocasión la obligó a comentara con detalles un escarceo amoroso que tuvo con un chico. 

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