martes, 23 de junio de 2020

§ 1.974. Prisión (Ingmar Bergman, 1949)

    Tiene 70 años y la película se ve perfectamente. Un blanco y negro precioso...
    Como todas las suyas interesante y sofisticada. Un conocido director de cine recibe la visita de un antiguo profesor de matemáticas que le comenta que quiere que ruede una película sobre el diablo, que es quien gobierna el mundo. Un amigo del director quiere suicidarse, y matar a su mujer. El alcoholismo que sufre le nubla la mente, naturalmente. Tiene un punto de fantasmagórica y gótica, de enrevesada en las vueltas del pensamiento, no en la estructura de la trama. 
    No parece que hubiera desarrollado todavía esa forma tan suya de hacer películas, de narrar las cosas. Entre críptico e irónico, algo cínico y distante, pero tocando los temas esenciales de la entidad del hombre, de aquellos que siempre están presentes en su existencia: el amor, el sexo, la muerte, la religión, la persona. Esto no es Los comulgados, o Persona, es otra cosa, una película más convencional, por así decirlo. Con una estructura propia y un tanto característica, pero en los cánones de las cintas de la época. No eran ejercicios estilísticos circulares, como podríamos calificar a sus obras más personales.
    Todas las películas de Bergman tienen algo de autobiográfico. En esta al menos se aprecia claramente con las escenas de la cámara en el desván, cómo enseña a la mujer cómo se mueve el aparato de cine... me recuerda a lo que cuenta en su autobiografía: La linterna mágica, cuando narra que se escondía para ver esas primitivas películas y se quedaba fascinado con ellas.
    Sueños oníricos con juguetes de la infancia. Intentos de suicidio. Prostitución. Desde luego da para muchas interpretaciones, pero no le cazo ninguna. Ver sus películas tiene que tener algo de dejar volar la imaginación. La bañera, el muñeco que al cogerlo se convierte en pez que es estrangulado y vuelto a colocar en la bañera llena de agua pero sin una gota de sangre o suciedad. Blanca y limpia.
    Actores para mi absolutamente desconocidos: Doris Svedlund, Birger Malmsten, Eva Henning, Stig Olin, Hasse Ekman, Irma Christenson, Anders Henrikson, Marianne Löfgren, Bibi Lindqvist, Curt Masreliez.

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